Monday, December 24, 2012

Nuevo número de LINDEN LANE MAGAZINE: Invierno 2012. Vol 31 # 4

Belkis Cuza Malé
Publication preview

Queridos amigos: Me da mucho gusto presentarles el nuevo número de Linden Lane Magazine.  Y ya con éste cumplimos los 31 años de publicación ininterrumpida.  
Hoy es Nochebuena y mañana Navidad y como estamos celebrando el nacimiento del Niño Jesús, razón de estas fiestas, me apresuro en hacerles llegar el regalo de este nuevo número, que ha quedado precioso, tengo que decirlo. Acabo de recibir el ejemplar impreso y me siento muy satisfecha con la labor de la imprenta. Pero además de la edición de MagCloud (la prestigiosa compañía HP), Linden Lane Magazine tiene una edición en Amazon, que estoy activando hoy también para que puedan escoger dónde prefieren adquirir sus ejemplares. MagCloud es siempre una edición de lujo, con papel de brillo, y Amazon no se queda atrás, pero el papel interior es mate. La portada también de brillo.
En este número hemos tenido la colaboración de estos valiosos escritores cubanos, con la excepción de la querida Lourdes Vázquez, de Puerto Rico. Ilustran las pintoras cubanas Tatiana Inguanzo y Liliana León Trujillo, ambas fabulosas artistas de la plástica. Liliana trabaja además el vitral, y verpan muestra de su obra en esta especialidad. 
Los escritores que colaboran esta vez son: José Abreu Felippe, Lourdes Vázquez, Rodolfo Pérez Valero, Carmen Karin Aldrey, Eloy Gutiérrez-Menoyo, Patricia Gutiérrez-Menoyo, Baltasar Santiago-Martin, que entrewvistó a Daniel Fernández, Pbro. Valentín Sanz, párraco de la iglesia de San Francisco en Santiago de Cuné Dayre Abella, David Walter Aguado, Tiberio Castellanos, Manuel Alfredo Galguera, Elvira de las Casas (reseñando el libro Tres dramaturgos, tres generaciones, de Rodolfo Martínez Sotomayor y Ena Columbié, sobre Eugenio Florit, y su labor en la biblioteca recientemente abierta en el Centro Cultural Español de Miami.  A todos, mi agradecimiento infinito.
Para comprar aquí un ejemplar sólo tienen que tocar el enlace que los llevará directamente a la web de magCloud.

LINDEN LANE MAGAZINE VOL 31 # 4, WINTER 2012
A magazine devoted to Cuban art and literature (Vol 31 # 4, Winter/Invierno, 2012). Founded in March 1982, in Princeton, NJ, by Cuban poets in exiled, Heberto Padilla and Belkis Cuza Malé, and published without interruption during 31 years now.
Find out more on MagCloud

Linden Lane Magazine Vol 31 # 4, Winter 2012

Feliz Navidad!!!!!
Muchas bendiciones para todos.

Sunday, November 25, 2012

Noctibus, de Carmen Karin Aldrey, un nuevo título de LLP.
Queridos amigos: les presento el nuevo título publicado por Linden Lane Press: Noctibus, un hermoso poemario de Carmen Karin Aldrey, poeta, pintora, fotógrafa y fundadora y directora de La Peregrina Magazine.  
El diseño y maquetación del libro estuvo a cargo de la también poeta y fotógrafa Sofía Serra Giráldez, otra recién publicada por Linden Lane Press con su poemario Signos cantores
 
Pueden adquirir ya su ejemplar en Amazon. Un excelente regalo para Navidad. Ir a este enlace:
 
 
Noctibus
 
Authored by Carmen Karin Aldrey
List Price: $7.00
5.5" x 8.5" (13.97 x 21.59 cm) 
Black & White on White paper
148 pages
ISBN-13: 978-1480195813 (CreateSpace-Assigned)
ISBN-10: 1480195812
BISAC: Poetry / Caribbean & Latin American
Un hermoso poemario cuya autora, Carmen Karin Aldrey (Preston, Provincia de Holguín, Cuba, 1950), es una artista, escritora, poeta, promotora cultural y aficionada a la Fotografía. Estudió Pintura en la ciudad de Los Angeles, California, donde también se graduó de College en la especialidad de Turismo. Ha publicado el poemario Aceite(Linden Lane Press, 2011) con 19 ilustraciones a color de su obra plástica, y en formato digital Guestbook, California, Puntos Suspensivos y Estatuas frente al muro -éstos dos últimos ilustrados con su trabajo fotográfico- los que pueden ser leídos en su Blog personal Soligregario. Ha colaborado con poesía, narrativa y trabajos periodísticos en diferentes espacios impresos y electrónicos. Sus pinturas han sido expuestas en galerías de Estados Unidos y España. Es fundadora, directora y diseñadora de La Peregrina Magazine.

Tuesday, October 23, 2012

LINDEN LANE MAGAZINE, VOL 31 No. 3, Autumn/Otoño, 2012. 

 Edición de MagCloud, en papel de brillo. Adquiera su ejemplar ya. Sólo $11.00.
LINDEN LANE MAGAZINE  VOL. 31 # 3, AUTUMN/OTOÑO 2012Find out more on MagCloud

http://www.magcloud.com/browse/issue/455285

Monday, October 22, 2012

Linden Lane Magazine Vol 31 No. 3. Autumn Otoño 2012 


List Price: $10.00
8.5" x 11" (21.59 x 27.94 cm)
Full Color on White paper
36 pages
ISBN-13: 978-1480139947 (CreateSpace-Assigned)
ISBN-10: 1480139947
BISAC: Literary Collections / Caribbean & Latin American
It is a magazine devoted to
Cuban literature and art by writers and artists living around the world. Founded in Princeton, N.J., in 1982, by Cuban writers Heberto Padilla and Belkis Cuza Malé.
It has been published without interrumption since 1982.

Queridos amigos:
Con la satisfacción de siempre, me complace anunciarles que ya está a la venta el nuevo número de Linden Lane Magazine, Vol 31 No.3, correspondiente al otoño de 2012
Hay una noticia especial sobre Linden Lane Magazine: Ahora tenemos dos ediciones.  Una en papel de brillo en MagCloud, como siempre, y otra en Amazon, que podrá ser adquirida directamente en Europa, y pagada en euros o libras.  Y por supuesto, aquí en dólares. Esta edición de Amazon sólo cuesta $10 más $3.59 de envío. 
Les pongo aquí la lista de los colaboradores. Ha quedado muy hermosa la edición, y agradezco a todos, escritores, artistas y anunciantes por apoyar nuestro magazine.
He aquí los colaboradores:
Matías Montes Huidobro: Desterrados al fuego: saga del exilio
Antonio Ávarez Gil: Primera lluvia de mayo
Hedy Habra:  3 poemas
Claudia Callejas Maggi: 5 poemas
Julio Pino Miyar: Longwood y la soledad
Félix Luis Viera: La sangre del tequila
Guillermo Arango: Un famoso "do" de pecho
Sofía Serra Giráldez: 4 poemas
Orestes Puente-Mujica: El comienzo
Manuel Gayol Mecías: El insoportable peso de la duda
Armando Álvarez Bravo: Lorenzo al agua (Adios a Lorenzo García Vega)
Ofelia Acevedo: El amor no pasará (In Memoriam Oswaldo Payá Sardiñas)
Notas de Libros:
Silvia Ruiz-Tresgallo: Flying Carpets, by Hedy Habra
Marta Farreras: Maira Landa, Concierto para Leah.
Ilustran el número:  Michel Blázquez, Sergio Chávez y JosEvelio Rodríguez-Abreu
Se anuncian en este número: David Walter Aguado: Las estaciones de Reinaldo Bragado (Ediciones Betania)
Fundación Apogeo
Guillermo Arango: El año de la pera (Ediciones Universal)
Sofia Serra Giráldez: Signos cantores (Linden Lane Press)
Magali Alabau: Volver (Ediciones Betania)
Manuel Gayol Mecías: Dos libros: La noche del gran godo, y Ojos de godo rojo (Neo Club Editions)
Project Zu:  Programa Alternativo de Literatura
Les invito a que disfruten de la lectura de este número de otoño y compren un ejemplar en la dirección de Amazon que les pongo acá.  Será un modo de apoyar a Linden Lane Magazine en esta tarea de mantener vivos el arte y a literatura de los cubanos que padecen el exilio.
Muchas gracias a todos y bendiciones,
Belkis

Sunday, October 14, 2012





Agradezco a Marisel Mayor, directora de la Revista Literaria Baquiana el que haya publicado varios poemas míos en el presente número, así como esta entrevista inédita que hace algún tiempo me hizo la profesora Martha GarcíaPueden leer la revista completa aquí:

www.baquiana.com
ENTREVISTA CON LA POETA CUBANA
BELKIS CUZA MALÉ  

por Martha García


    
Belkis Cuza Malé nació en Guantánamo, Cuba (1942). Poeta, periodista y editora. Realizó estudios de literatura en la Universidad de Oriente y luego en la Universidad de La Habana. En 1962, la Universidad de Oriente publicó su primer libro de poemas El viento en la pared. Al año siguiente, quedó finalista del Premio Casa de las Américas con su poemario Tiempos de Sol, editado posteriormente por Ediciones El Puente. En 1964 vuelve a obtener mención en el Premio Casa de las Américas con su poemario Cartas a Ana Frank. Aparte de los libros ya mencionados, ha publicado en poesía: Los alucinados (1963), Las Cuatro Estaciones (2002), Juego de damas (2002), La otra mejilla (2007) y Los poemas de la mujer de Lot (2011). Ha publicado los libros en prosa: Elvis, La tumba sin sosiego o la verdadera historia de Jon Burrows (1994) y En busca de Selena (1997), así como una biografía novelada de Juana Borrero bajo el título El clavel y la rosa (1984). Algunos de sus libros han sido traducidos al inglés por la traductora Pamela Carmell y publicados por la editorial Unicorn Press en Greensboro, North Carolina (1987). A la par de su labor poética y editorial, ha creado una vigorosa obra pictórica. En 1967 se casó con el célebre poeta cubano Heberto Padilla, junto a quien fue encarcelada en 1971 acusada de “escritura subversiva”, en lo que constituyó el llamado “Caso Padilla”. En 1979 sale de Cuba con su hijo pequeño y un año más tarde se radica en Princeton, New Jersey con su esposo, donde en marzo de 1982, fundan la revista literaria Linden Lane Magazine, la cual continúa hasta nuestros días después de treinta años de ininterrumpida existencia. En 1996 fundó la galería de arte y centro cultural denominado La Casa Azul. En la actualidad vive en Fort Worth, Texas, desde donde escribe artículos y críticas literarias para El Nuevo Herald y otros medios de prensa.

     
“Acercarnos a la obra de Belkis Cuza Malé, es estar convidados al Festín de los Dioses sin que nos hayamos lavado las manos. Es cargar con las espurias soledades de la muchedumbre, intentando tocar las multitudes del yo. Y es que Belkis es ángulo fiero, proceloso mar bajo superficie calma.”

Augusto Lemus
La Peregrina Magazine
“En la mejilla de Belkis Cuza Malé.”
(Invierno de 2009)

“La experiencia poética que expresa la obra que Belkis Cuza Malé hoy nos
entrega ha alcanzado la universalidad de la experiencia que todos compartimos:
la experiencia de la palabra. La experiencia extraordinaria que a todos
nos representa, de la creación poética y la evolución espiritual
mediante la escritura y el conocimiento.”

Elena Tamargo
Linden Lane Magazine
Volumen 30, No. 2
“En Belkis Cuza Malé lo sagrado refuerza lo poético”
(Verano de 2011)


Belkis Cuza Malé proyecta en su poesía su profundo conocimiento teológico, religioso y humanista. Su obra se caracteriza por la fe arraigada en un poder superior, y por ende, el Creador como ente supremo, y el poeta como mensajero de esa fe. Sus poemarios relevan su inteligencia y sensibilidad puestas al servicio del lector. Su compromiso con el pueblo cubano en el exilio es patente en sus poemas. Su vida denota las cicatrices del precio que le ha tocado pagar por ser fiel a su visión de una Cuba libre, sin ataduras ni dobleces políticos. En su poesía prevalece el colorido y el paisaje como elementos artísticos que configuran la musicalidad y el emblema de su lírica.


MG: Belkis, ¿cuál es su principal fuente de inspiración cuando escribe poesía?

BCM: Yo creo que mis emociones, eso que me hace reflexionar sobre todo lo que veo y siento. Porque parto de éstas para expresarme y querer decir algo. Considero que todo está conectado a mí, el universo, lo material, y lo espiritual y que soy parte de Dios. Pues Dios mora también en cada uno de nosotros y es la fuerza motora. Aunque soy libre de pensar y sentir como lo hago.

MG: El color azul -símbolo del intelecto y de la modernidad- prevalece en sus poemas. ¿De qué manera lo utiliza para crear arte?

BCM: El azul es para mí el color del alma. ¿Cómo lo sé? Lo presiento, lo recibo así. De ahí que lo utilice mucho en mis pinturas, y además haya nombrado con ese color a mi galería de arte y centro cultural aquí en Fort Worth, Texas. La Casa Azul, no es un edificio azul, es un sitio que vibra con el azul, con el espíritu de belleza y armonía de la cultura cubana.
     He leído en algunos tratados esotéricos que la gente del medioevo pintaba de azul las puertas principales de su casa para alejar al demonio.

MG: ¿Cómo describiría su poemario -del que ya se ha publicado una segunda edición- titulado Juego de damas?

BCM: Es un libro que revela cómo yo veo el mundo, antes y ahora. Porque soy siempre la misma. No es un libro propiamente feminista, pero lo escribí cuando apenas tenía 24 años y puede calificarse de irreverente para la época. Siempre he sido rebelde y siempre me ha gustado decir lo que pienso. No lo definiría como un libro de juventud, porque eso no existe para mí. Es sencillamente un libro, y al igual que El viento en la pared, mi primer libro de poemas, escrito a los 18 y publicado sin aún haber cumplido los 20, los amo por igual.
  
MG: Como cubana en el exilio, ¿qué papel desempeña la poesía como un instrumento artístico de comunicación masiva?

BCM: No creo que ninguno. Salvo una parte muy contada de los seres humanos, la poesía es incomprendida y despreciada. No se publica casi nada nuevo, y la gente tiende a rechazarla. Quizás porque le falta la música, porque no hay suficiente gente culta o porque la incomunicación poeta/lector es una herida que no cierra nunca. Yo abogo por el regreso de los juglares, aquellos famosos trovadores que iban por ahí en la época medieval cantando sus versos.

MG: Como fundadora de Linden Lane Magazine, una revista que se especializa en el análisis de la obra de escritoras latinoamericanas al igual que norteamericanas, ¿se siente usted comprometida con un público implícito en un momento específico? ¿Por qué?

BCM: Yo creo en ''misiones''. En el destino, en cosas que tenemos que hacer y que quizás nunca lleguemos a saber por qué las hacemos. Un día creé Linden Lane Magazine, y casi dos décadas después, La Casa Azul. ¿Por qué lo hice? Creo que porque también necesito sentirme libre para expresarme, y ni la censura en Cuba, ni los intereses de los medios de comunicación aquí me lo permitían. Así que pensé que estando en mi propia casa nadie podría decirme cómo tengo que decir o hacer las cosas. Y porque vi desde que llegué al exilio que esto era un páramo cultural y que los escritores y artistas no tenían dónde publicar o dar a conocer sus obras, a menos que estuviesen bien conectados. El mundo editorial publica mayormente aquello que va a tener "éxito comercial". Yo lo entiendo, no lo critico, sólo que entonces hay que tocar a otras puertas. Y cuando éstas tampoco se abren, como las editoriales universitarias, u otras de menor alcance pero sofisticadas, pues queda el recurso de publicar uno mismo su libro, de convertirse en editor. Creo que es una gran opción. Y la idea me encanta. Virginia Wolf publicó toda su obra de ese modo, dando vida así a Hogarth Press, que también lanzó a T.S. Elliot y a muchos otros de igual importancia.


MG: De las poetas que he entrevistado, usted es la única que ha tenido que vivir en carne propia la experiencia del “preso político” y sus consecuencias posteriores. ¿Cómo ha influido este hecho en su poesía? ¿Qué ventajas le brinda?

BCM: Bueno, esa experiencia es “única” y no se la deseo a nadie. Pero en realidad no puedo catalogarme de “presa política”. Estuve sí presa, incomunicada en los cuarteles de la Seguridad del Estado durante 3 días, y allí sufrí torturas. Y digo torturas porque además de haber sido despojada de mis derechos como ciudadana a solicitar un abogado defensor, no me permitieron tomar unas píldoras que el doctor me había recetado; se me mantuvo todo el tiempo en un cuarto frío con una luz roja encendida todas las noches. El primer día me dejaron en una pequeña habitación muy fría, sin muebles, por lo que permanecí en el piso todo el tiempo. Yo padezco de claustrofobia, así que podrá imaginarse lo que me pasó cuando me vi encerrada allí. Además, está el miedo a lo desconocido, a que me fuesen a condenar a largos años de prisión y mi vida se redujese a todo eso. 
  
MG: En el comienzo de un nuevo milenio donde la tecnología es parte activa de la vida cotidiana ¿cómo le afecta ésta, o no, al poeta contemporáneo? ¿Qué ventajas le brinda? ¿Con qué obstáculos se enfrenta?

BCM: Hace mucho que la tecnología es parte activa de mi vida. Escribo todo en computadora, vivo en la computadora. Diseño Linden Lane Magazine en la computadora, y tengo muy buenos amigos como resultado de mi vinculación con el mundo a través de la tecnología. Además de la Web Site de La Casa Azul, que diseña la poeta y pintora cubana Karin Aldrey, yo tengo en estos momentos varios blogs, que diseñé y mantengo a diario. Todos relacionados con mi obra, y lo demás que hago.
     Yo diría que la tecnología ha cambiado mi vida y mi mundo intelectual. Incluso leo muchos libros directamente en la computadora. Para mí es la gran solución.

MG: ¿Cómo ve usted el <> poético?

BCM: Yo no conozco más <> poético que mis emociones. Yo vivo la poesía, la creo y la disfruto. Eso es todo.

MG: ¿Cómo percibe y plasma en su poesía el <>?

BCM: No soy muy afín a interpretar nada. Yo creo en cosas que a lo mejor la mayoría no cree. Creo en un Dios bueno, que no castiga, creo en las energías, creo que todo es energía, creo en la vida, en la belleza, en la bondad, en la espiritualidad. Somos un espíritu con un cuerpo. Y eso para mí es poesía.

MG: Después de medio siglo en tierras ajenas, existen varias generaciones de cubanos. ¿Qué consejos o sugerencias le daría a esta nueva generación de poetas en el exilio quienes lo han experimentado de una manera muy distinta a la suya?

BCM: Que sean ellos mismos, que lean todo, pero que también se salgan de la poesía y vivan. Que traten de entender qué es verdaderamente poesía y qué es retórica. Que descubran que la poesía es la sencillez.

Belkis Cuza Malé y Heberto Padilla en La Habana.
  
MG: ¿Qué poetas, sean éstos femeninos o masculinos, han influenciado su obra y de qué manera?

BCM: T.S. Elliot, Heberto Padilla, y todos los que siendo grandes han escrito una línea que me ha conmovido.

MG: ¿Cómo logra crear el espacio femenino en su poesía? ¿Cómo lo define? ¿Cómo lo interpreta?

BCM: Yo no pienso en espacio femenino cuando escribo. Pienso en mí, como mujer, como esposa, como viuda, como amante, como madre, como hija, como hermana, como abuela, como bisabuela (que ya soy). Lucho para que la mujer sea. No para que viva a la sombra de nadie más que de ella misma. Pero pienso que la mujer debe complementarse con su pareja. Es triste estar sola, no importa que no necesitemos a los demás para vivir. Dios nos creó como pareja. Y esa ha sido siempre mi ideal, ser yo y ser parte de alguien más, de alguien que ame. Eso es para mí mantener mi espacio femenino. Lo mismo en la poesía. Escribo desde la mujer que soy, desde las muchas mujeres que hay en mí. Me gusta ser mujer y no entiendo cómo se puede ser hombre.

MG: El lugar del poeta en la sociedad siempre ha sido tema de gran controversia. ¿Cómo define usted el rol que desempeña el poeta en la sociedad actual desde un punto de vista universal, sin fronteras?

BCM: Como un juglar, cantando y contando, sobre él y sobre los demás. Sobre lo vivido y lo soñado. Un mago que puede leer nuestra mente y puede recrear el mundo interior. Un poeta es siempre un alquimista. La sociedad lo necesita más de lo que pueda imaginarse. Un mundo sin poetas es un mundo sin niños.

MG: La Biblia constituye para usted un manual de vida y se palpa en sus poemarios. ¿Qué lugar ocupan y cómo logra usted incorporar estos principios teológicos en su poesía?

BCM: Bueno, si, leo la Biblia y la considero un manual para la vida. Ahí esta todo lo que quiero y necesito saber. Esa es la palabra de Dios. Pero no soy muy “religiosa” ni hay teología en mi poesía. Yo pertenezco al “movimiento de la fe”, es decir, creo que la fe mueve todavía montañas y las seguirá moviendo. Creo en la física cuántica, presente en las parábolas de Jesucristo, en sus milagros.

MG: Si tuviera que elegir una palabra que caracterice su obra poética, ¿cuál sería? ¿Por qué?

BCM: Vital. Porque mi poesía me recrea a mí y a la vida.

MG: ¿Cuál es su publicación más reciente?

BCM: El poemario Los poemas de la mujer de Lot.


MG: ¿Cuál es su próximo proyecto?

BCM: Ando siempre con muchos proyectos entre mano. Pero trabajo principalmente en un libro de poemas, Los Salmos de la Reina de Saba. Tengo varios libros inéditos: el poemario La otra mejilla y tres novelas. Pero además, pinto y hago mi magazine.

Hasta aquí hemos conversado con la poeta.
 

 Martha García nació en La Habana, Cuba (1965). Ha residido desde temprana edad en España, Honduras y los Estados Unidos desde 1989. Realizó estudios superiores en Ciencias y Letras. Se graduó con una Licenciatura en Español en 1997 y obtuvo su Maestría en Literatura Española con especialidad en Literatura Medieval en la Universidad Central de la Florida en Orlando, EE.UU. Posteriormente, se doctoró en Literatura Hispánica Siglo de Oro en la Universidad de Vanderbilt en Nashville, Tennessee, EE.UU. (2005). En la actualidad es profesora de la Universidad Central de la Florida en Orlando, Florida, EE.UU. Sus reseñas y artículos aparecen en diferentes revistas  académicas, tales como: Círculo  de  Cultura Panamericano - CCP (Verona, New Jersey), South East Latin Americanist - SELA (Orlando, Florida), Bulletin of the Cervantes Society of America (EE.UU.), Theatralia (España) y Hispanic Outlook in Higher Education (Paramus, New Jersey). De igual forma, participa anualmente en una gran variedad de congresos nacionales e internacionales presentando sus ponencias y trabajos de investigación. Es miembro del Consejo de Redacción de la Revista Literaria Baquiana. Ha publicado el libro La función de los personajes femeninos en Don Quijote de la Mancha y su relevancia en la narrativa (Academia del Hispanismo: España, 2008) y la edición escolástica de la obra teatral de Tirso de Molina El condenado por desconfiado (Juan de la Cuesta, Cervantes & Co., Spanish Classics: Newark, Delaware, U.S.A., 2010).
 



Monday, September 24, 2012


Hace doce años hoy que Heberto Padilla partió.  Este es un capítulo de mi libro inédito La buena memoria, y con su publicación aquí quiero dar testimonio de lo que recuerdo y de aquellos años traumáticos.  También intento así rendir homenaje a la memoria de nuestro amigo el comandate Alberto Mora, quien apoyó a Heberto siempre, aún a costa de arriesgar su vida enfrentándose a Fidel Castro.

Alberto Mora, comandante de la Revolución y ex Ministro de Comercio Exterior, se suicidó el 13 de septiembre de 1972.  Esta es la única foto que he encontrado de Alberto en el internet, y no es la imagen del que conocí a finales de los sesenta. Aparece aquí en un desfile de los primeros días de 1959, entre el Ché Guevara y el capitán Antonio Núñez Jiménez. Incluso al extremo derecho está el comandante William Morgan, fusilado poco después por la Revolución. La otra foto es la sede de la UNEAC, donde yo trabajaba en la redacción de La Gaceta de Cuba, y donde vi por última vez a Alberto el día de su suicidio.



LOCURA Y MUERTE EN LA HABANA
Belkis Cuza Malé
     Todavía no hemos podido sobreponernos; la atmósfera de esta casa encierra ahora una humedad desacostumbrada, un vaho a flores marchitas, a cera quemada, a incienso esparcido en el aire de las noches calurosas. Sobre mi mesa de mármol, en el centro de la sala, permanece aún fresco ese ramo de mirto o muralla que alguien me recomendase como lo mejor para ahuyentar los malos espíritus, y el silencio es nuevo, aunque María nos mire a hurtadillas desde su locura...
        Hay paz, sin embargo, porque la ha impuesto la muerte con sus herramientas, y porque la búsqueda de la verdad se ha dejado ganar por lo irremisible. ¿Qué importan las razones?, me digo a mi misma como para calmar la inquietud de no saber qué ha sucedido.
    Por un rato al menos, María Molina, la sirvienta loca, ha dejado de oir los ruidos de todos los días; ni ayer ni hoy  nos ha atormentado con las historias de que allí mismo, frente a nuestro edificio, están cavando una tumba para su hermana muerta. Se encierra más a menudo en su cuartico junto a la cocina, como si pareciese querer dejarnos en paz, a solas con esta nueva tristeza. Por lo pronto, tan extraño como parezca, nos sirve de consuelo saber que la muerte real se ha sobrepuesto a la locura, a sus voces. 
        Pobre María, ha hecho un nidal de ese cuarto. Cuando la contratamos en una agencia clandestina de empleo (porque hace más de una década que dejaron de existir legalmente), no demoró en aparecer. La vimos bajar rauda de un automóvil de alquiler, repleta de equipaje y cajas de cartón.  Fue estricta en su primer saludo, pero viviendo en los tiempos en que vivimos, no me extrañó que una pobre mujer desamparada quisiera aparentar las maneras antiguas de una criada. No abundan las casas habaneras que puedan y quieran ofrecerle una habitación con baño privado, una mensualidad (aunque muy pobre), y el derecho a incorporarse a la libreta de abastecimientos de los dueños de la casa.
        La situación era casi inusitada, como lo fue el hecho mismo de que una amiga me recomendase a la dueña de la agencia de empleos, que se las arreglaba como podía  para buscarle acomodo a sus escasos clientes.
        María, creíamos nosotros, iba a solucionarnos un gran problema doméstico mientras esperábamos el nacimiento del niño, y preferimos sacrificar nuestra pobre economía y ofrecerle un cuarto a la desamparada señora, sin familia ni vivienda. Eso era todo lo que sabíamos de ella, que se trataba de una desamparada, una mujer que rebasaba los cincuenta, sin familia ni vivienda  y con una necesidad urgente de que alguien la incluyera en su libreta de abastecimiento.
        Desde el primer momento supe, sin embargo, que habíamos cometido un grave error.  María --como comprobamos después con la señora de la agencia de empleos-- estaba loca, loca de remate, y en numerosas oportunidades había sido internada en el hospital de Mazorra.  A la mujer de la agencia no le quedó más remedio que decirnos la verdad, aunque añadió la pobre excusa de que en sus momentos de lucidez, María era útil en una casa y digna de los mayores elogios, pues limpiaba y cocinaba bien.
        El error más grave había sido incorporarla a la libreta de abastecimientos, porque en contra de su voluntad no podíamos darle de baja en las oficinas de la OFICODA (*) y permanecería en nuestra casa hasta que ella lo decidiera.
        No puedo evitarlo, le tengo miedo a María, a su mutismo; no sé cuándo dejará de ser ella para prorrumpir en sollozos, o correr hacia mí gritándome que cesen los ruidos, que no puede más. Pero a pesar de todo esto, cocinar y limpiar parecen servirle de tearapia. Entro y salgo de la casa, voy al trabajo o a la universidad y noto que está largos períodos encerrada en su cuarto, escribiendo esas monstruosas cartas que hablan de camiones herméticamente cerrados que recorren la ciudad, dice, con su trasiego de carne humana, mujeres que la policía se encarga de echar mano en cualquier esquina, con el propósito de engrosar el abastecimiento de carne para la población.  Prostitutas, repite sin parar. Y sus cartas están dirigidas a Fidel; le escribe decenas a la semana y las guarda con mucho celo debajo de su almohada, pero nosotros, en sus brevísimas ausencias a la bodega que está al lado de nuestro edificio, las leemos, con un interés creciente, como si se trataran de nuevos capítulos de una historia de terror, incapaces de sustraernos a sus obsesiones.
        De noche nos encerramos con llave en nuestras habitaciones, temerosos de que la locura le asalte en medio de la madrugada. Y aunque parece fingir no darse cuenta de nuestro miedo, quién sabe cuántas esquizofrénicas inquietudes esconde tras su dura mirada.  No nos da reposo, sin embargo, nos mira siempre como un cazador furtivo, aunque sigue cumpliendo a cabalidad con sus obligaciones y guarda un horario inflexible para todo.
        Hace un tiempo logramos que nos hablara de sus otras colocaciones. Fue a raíz de encontrarse un libro de Alejo Carpentier, mientras sacudía uno de los estantes. Se le quedó mirando durante unos segundos, como tratando de recordar, hasta que sin mucho interés contó que había trabajado hacía años en casa del novelista, en una época, añadió, en que él vivía con su madre, una señora rusa que tocaba el piano y daba clases de francés. Una señora muy fina, apuntó, como si de pronto se le hubiera iluminado la mente y trasladado a aquella época y la estuviera mirando. Se había quedado como ausente en el recuerdo.
        Fue María la que respondió a mis preguntas, cuando de regreso esa mañana de la universidad, noté aquellas tres tazas con restos de café que permanecían sobre el  aparador del comedor.
        "Es que estuvieron aquí unos amigos de su esposo, por lo del accidente del señor Alberto. Dice su esposo que llame a Maruja".
        No había cautela en su modo de darme la noticia, ni pretendía evitarme el susto. Accidente era la palabra que mejor describía una situación real con la que ella había estado siempre tan familiarizada. Pero todo el mundo actuaba como María a la hora de la verdad.  Maruja no fue más explícita al inicio de nuestra conversación, y sólo cuando insistí supe qué significaba esa palabra, accidente.  Y la verdad es siempre como en las novelas, un golpe seco.
        Alberto Mora, de súbito, estaba muerto. Heberto se había marchado a la funeraria y yo quedaba en libertad de llegarme hasta allá o aguardar en casa.
        En el trayecto hacia la funeraria Rivero traté de poner mis pensamientos en claro. ¿Es que como en las novelas de terror aún no había despertado del sueño?  Claro que sí, sólo que ahora iba uniendo los pedazos de ese rompecabezas que la muerte había dislocado de un manotazo.
        Estaba allí, dentro de aquel sarcófago horrible, y un mechón de pelo sobresalía por afuera de la tapa; yo sólo atinaba a ver el mechón negro y lacio que tantas veces se alisara en un movimiento que se había convertido casi en manía.
            Un hombre me perseguía en aquel sueño de la noche de la tormenta. Rápídamente me metí a la trastienda de un pequeño negocio y allí estaba el sarcófago del que salía aquel mechón de pelo lacio y negro. Al otro día por la mañana supe que esa noche Alberto se había suicidado.        
        A pesar del balazo no estaba deformado. En medio del horror del que aún no habíamos podido desprendernos, comprobé lo que ya yo sabía por mi sueño.
        Alberto había llegado aquella tarde de lluvia torrencial hasta la UNEAC (** ) para devolverme Islas en el Golfo, la novela de Hemingway que yo habìa pedido prestada a la biblioteca. Hacía más de un mes que la había sacado porque Heberto quería leerla, pero luego se la había pasado a Alberto y éste a un amigo. La lectura del libro póstumo de Hemingway pareció afectarlo, y su obsesión lo trajo dos o tres veces a casa para comentar con Heberto los planteamientos de Hemingway: discutía con acaloramiento todas las proposiciones del viejo escritor en torno a la muerte y las distintas formas de suicidio.  Quería una y otra vez que Heberto compartiera sus puntos de vista: la mejor forma de matarse era de un tiro en el cielo de la boca. Pero Heberto no acertaba a darse cuenta entonces de las verdaderas intenciones de su amigo.
        Tiempo atrás había aparecido por casa con un nuevo libro, la edición de Barral del I Ching: quería que probásemos suerte, y él mismo se encargó de interrogar al célebre libro. No fue una sorpresa para mí que nuestro destino --el mío y el de Heberto--  fuera el mismo, me parecía lógico.  Pero me sobrecogió de manera especial la respuesta que obtuvo Alberto, porque sin que él precisara, aquel código extraño apuntaba hacia lo peor.
        Sonrió restándole importancia al hecho y no vaciló días más tarde  --la noche de su cumpleaños-- y en su recién estrenada casa, en leerle el destino a cada uno de los presentes y de repetir hasta el cansancio aquel cuento-adivinanza que era a su vez un test de personalidad. Al final de la historia y de salvar muchos obstáculos, había que decidir qué actitud tomar ante un muro que impedía continuar la marcha. Casi todos los presentes aquella noche escogieron regresar. Pero Alberto decidió saltar el muro.
        En la casa todos oyeron el disparo.  La abuela dijo que fue como si cayera al suelo un escaparate. La puerta estaba cerrada por dentro con llave, y Liuba, la hija mayor dijo que ella podría abrirla con la punta de una tijera. Eran las 8 y 30 de la noche, y desde por la tarde había estado lloviendo sin parar.
        Abrí la puerta de mi apartamento, y lo vi de pie junto al marco: llevaba un pantalón a cuadritos color café y la camisa de hilo blanco. Le oi decir junto al ramo de muralla del centro de la sala, que esa misma tarde me devolvería el libro de Hemingway.
        ¨Yo creo que no nos vamos a ver más¨, le dije y la primer sorprendida fui yo, quizás no quise decir eso, pero fue lo que dije y me turbé, pues me parecieron palabras absurdas, sin sentido. "¿Por qué dices eso? --fue su respuesta. Esta misma tarde te llevo el libro a la Unión de Escritores, lo prometo".
            No le creì hasta que lo vi llegar horas después bajo el terrible aguacero. A pesar de la gripe y la fiebre, quiso cumplir su palabra. Fui, sin sospecharlo, de las últimas personas en verlo con vida.
            Lo acompañé hasta el vestìbulo de la UNEAC, y ya en el portal inundado, tras rechazar mi ofrecimiento de unos periódicos para que al menos se cubriera un poco de la lluvia, desapareciò ante mis ojos asombrados, como si aquella densa capa de agua se lo hubiera tragado. Su amigo Benigno Regueira, me había dicho, lo había traido en su automovil y lo estaba esperando afuera.
            Por la noche, cuando Heberto y yo regresamos del Parque Almendares, a donde habíamos ido con una vecina tras cesar la lluvia, quise llamar a su casa para preguntar si aquella imprudente empapada no habìa afectado aún más su gripe, pero nuestro teléfono, afectado por la tormenta, había dejado de funcionar. Miré entonces al reloj y también se habìa detenido a las 8 de la noche.
            Cuando esa mañana regresé temprano de la universidad, Marìa me contó que había habido visita... Todavía cierro los ojos y veo las tazas abandonadas con restos de café. Alejandro, el policía encargado de vigilarnos, y otro, que no sé quién es, habían venido a informar a Heberto de la muerte de su amigo y de paso a intentar saber más.
       "¿Qué les parece? Me voy a casar con Sylvian. Dìganme lo que piensan".  Le estaba preguntando la opinión a los amigos, pero yo detestaba que qusiera saber la mía sobre algo tan personal,como era su relación con Sylvian, una francesita aplatanada, a quien conocía poco.
           Alberto sobresalía del contexto.  Era inteligente y generoso, de una amistad a toda prueba. Culto, en medio de un mundo como el suyo (un comandante, el más joven quizás de la Revolución, ex ministro de Comercio Exterior), aunque sin embargo padecía de un fuerte desasosiego, sólo evidente para sus más ìntimos.  Golpe tras golpe había resistido con valor mucho más de lo que se sabía. Primero la muerte del padre, aquel legendario Menelao Mora, ex dirigente de los Ómnibus Aliados, quien con un grupo de hombres --entre los que estaba el propio Alberto, entonces un joven de 17 años-- había asaltado el Palacio Presidencial, donde vivía el dictador Batista. Luego, la enfermedad de la madre; el nacimiento de su hija màs pequeña con una deformación en el labio, su matrimonio con la francesita, que pareció no tardar en caer en crisis... Y en medio del desencanto creciente ante la vida, había perdido la fe en la Revoluciòn y Fidel Castro, aunque le oíamos insisitir en que tarde o temprano todo se arreglaría.
        Del libro Fuera del juego, el primero de los amigos de Heberto en leerlo, le oí decir con franco entusiasmo: "Este libro va a hacer historia". Creyó en la amistad, por eso no vaciló en apoyar a Heberto, su amigo, a raíz de nuestra detención, lo que le valió también a él un destino inusitado: Fidel Castro lo mandaría a detener, aunque luego de visitarlo en la celda lo pondría en libertad.
        Todavía con Heberto detenido en la Seguridad del Estado, Alberto y yo nos aparecimos en el anfiteatro de la Universidad de La Habana donde el canciller Raúl Roa iba a pronunciar un discurso que, aunque de soslayo, estaba relacionado con los últimos acontecimientos alrededor de Heberto.  A cada instante aquella multitud compuesta por alumnos y funcionarios interrumpía al retórico Roa y prorrumpía en aplausos, de pie, para darle más énfasis a sus palabras. Le oi hablar de los intelectuales plumíferos, y de no sé cuántos otros torpes epítetos para referirse, sin decirlo, a Heberto.  Pero ni Alberto ni yo nos levantábamos de nuestros asientos, ni aplaudíamos al canciller. Al final del discurso, Alberto se acercó a Roa y le entregó una carta, con el ruego de que se la hiciera llegar a Fidel Castro. No supe su contenido, pero se trataba de una protesta sobre la detención de su amigo, y su opinión sobre la situación.  Al otro día estaba preso en Villa Marista.
           Alberto Mora, en perpetua desgracia, ex comandante de la Revolución castrista, era un escritor frustado (estoy segura), que amaba la música, que no tenía reparos en exhibir en su casa aquel enorme e impresionante afiche de Jimi Hendrix, muerto por una sobredosis de drogas, ni en comprar en sus viajes al extranjero toda la música de los Beatles. Se empeñó en hacer revolución junto a su padre, y tuvo la suerte de salir con vida del asalto al Palacio Presidencial. Quiso ser un rebelde, cuando hubiera dado su vida por ser un creador, un artista.
        Ayer hizo nueve días que lo enterraron. No fui al cementerio porque me sentía muy triste y me parecían demasiadas emociones para mí, con mis seis meses de gestación.  A su regreso, Heberto me contó que vio allí a Orlando Alomá con aquel ejemplar del libro de Hemingway debajo del brazo.  Pienso que si Alberto Mora no lo hubiese leido no habrìa escogido el camino de la autodestrucción. Pero otras cosas pesaron mucho en su decisión. La traición, las mentiras, habían acelerado ante sus ojos la caida del altar donde durante años había puesto a Fidel Castro y la Revoluciòn.  Ya no creyó más en esa "rehabilitación política" que tiempos atrás era su tabla de salvación, pues no se cansaba de repetir que tarde o temprano llegaría.  Pero el Plan de Plátanos del Wajay, a donde el propio Fidel Castro lo había enviado para que se rehabilitara, no era otra cosa que un nuevo castigo, una cárcel.
        Ayer sonó el teléfono, mientras yo descansaba antes de irme a trabajar a la UNEAC. Era su voz ahogada, lejana, y ese ¨oye¨, ahora de ultratumba, conque solía presentarse cuando hablaba a casa. Sólo alcancé a escucharle decir balbuceante que iba para el Wajay, mientras repetía aquel Wajay como un tartamudo. Aterrada, le pasé el teléfono a Heberto, pero la comunicación había cesado.
        Me cuesta trabajo reconocer que locos como María puede que entiendan mejor los planos de vida y muerte en que nos movemos. A su modo parecería no faltarle razón y no cesa de escribir cartas cada día más extensas, denunciando quizás esta vez que están cavando una tumba para nuestro amigo, el comandante Alberto Mora.            

Wednesday, August 22, 2012


Nuevo Número de LINDEN LANE MAGAZINE, VOL 31 # 2, SUMMER/VERANO, 2012. 

Colaboran: José Triana (a quien entrevisto), Magali Alabau, Liliam Moro, Eduardo Manet, Luis 
Agüero, Luis de la Paz, y Arturo G. Dorado.
 Pero además, LLM le rinde homenaje a JUANA DE IBARBOUROU. Presentamos un texto de Jorge Arbeleche, quien relata la tragedia de la poeta, además de la última entrevista que concedió, en 1974, cinco años antes de su fallecimiento. Documentos extraordinarios sobre esta mujer y escritora, célebre no sólo en Uruguay, su país, sino en toda la cultura hispana. Un homenaje y desagravio a esta gran poeta y ser humano, sobre la que la biografía reciente de Diego Fischer (En busca de las tres María) devela los tristes acontecimientos de su vida, enclaustrada en su casa, maltratada por su hijo, y rechazada por la llamada Generación del 45, quienes la acusaban injustamente de oficialista. Pobre, enferma y olvidada, Juana de Ibarbourou logró sin embargo sobrevivir con su gran genio y "escándalo" poético y continúa siendo Juana de América. 
Ilustran este número el pintor Alejandro Lorenzo, cubano radicado en Miami, y Sylvia Baldeón-Flörhinger, pintora alemana, que vive en New York. 
Para adquirir un ejemplar de este número (impreso o digital), haga click en el enlace.   


         LINDEN LANE MAGAZINE, VOL 31 # 2. SUMMER/VERANO, 2012        http://www.magcloud.com/browse/issue/429535
     
     
       
         By  Belkis Padilla in  Linden Lane Magazine                              
       
         36 pages, published 8/22/2012        
     
     
       LINDEN LANE MAGAZINE IS A QUATERLY JOURNAL DEVOTED TO THE ART AND LITERATURE OF CUBANS IN THE WORLD, AND IN EXILE.        
     
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Sunday, July 01, 2012


Adquiera su ejemplar de este número extraordinario por los 30 años de Linden Lane Magazine, en Amazon.  Vaya a este enlace:

 SEGUNDO ARTICULO, DE UNA SERIE DE TRES, DE OLGA CONNOR SOBRE LLM HOY DOMINGO EN EL NUEVO HERALD
Publicado el domingo, 07.01.12Thursday, Jun. 28, 2012  ‘Linden Lane Magazine’: compendio de la cultura cubana El índice de este ‘ Linden Lane Magazine’ es una serie de joyas de la literatura cubanaOlga Connor
Especial/El Nuevo Herald
Olga Connor
En 1982 Belkis Cuza Malé tenía $5,000 de una Beca Cintas que le habían otorgado el año anterior, y ella usó ese dinero para fundar la revista Linden Lane Magazine. “Pero trabajaba en cosas tan ilusorias como vendiendo desde mi casa los productos Shakle -magníficos y muy caros-, lo mismo las vitaminas que los de belleza”, escribe en su prólogo a la revista aniversario.
Uno de sus clientes era Reinaldo Arenas. El venía desde Nueva York a comprarle el champú y el acondicionador de pelo. “Me parece estar viéndolo mientras se peinaba con aquel ‘tridente’ que usaba la gente negra para peinarse los ‘afros’, entonces ya casi pasados de moda. Y por esa coquetería que no parecía exhibir, llegó Reinaldo a Linden Lane Magazine. Es decir, la idea de incorporarlo a la revista surgió precisamente a partir de sus visitas en busca del champú”.
¿Habrá locuras más sublimes que las que cuenta Cuza Malé? Arenas estuvo por unos dos años de consejero editorial, pero explica ella que él se quejaba de la “despolitización” del “magazine”. Es cierto que yo había oído a Heberto Padilla y a Arenas en una misma conferencia en la Universidad Internacional de la Florida -¿fue en 1980?-, y Arenas daba la impresión de ser un agitador, mientras que Padilla parecía más sosegado. Aunque ambos habían sufrido horriblemente en la Cuba de Castro.
Cuza Malé nos habla sobre la raíz del título de su revista: “Lo primero que decidí fue el nombre de la revista. Y escogí el de ‘Linden Lane Magazine’ llevada por el embriagante nombre de la calle donde vivíamos. Frente a nuestro jardín estaba aquel árbol de tilo (‘linden’) que se alineaba junto a otros de la misma especie, a lo largo de toda la calle, formando parte de las ‘tree streets’, como se les conocía, junto a la de Walnut, Maple, Chesnut, Pine, etc., y que desembocaban en la calle Nassau”.
“Las primeras colaboraciones llegaron mecanografiadas, como era entonces habitual, y fueron pedidas directamente por Heberto y por mí”, escribe Cuza Malé, quien lista alfabéticamente los primeros autores que aparecieron en el número 1 del Volumen I, que yo quiero copiar aquí textualmente, porque me parece que esa lista tiene el valor infinito de las genealogías del Antiguo Testamento, un momento culminante en la historia literaria del exilio: “Orlando Alomá, Armando Alvarez Bravo, Juan Arcocha, Reinaldo Arenas, René Ariza, Antonio Benítez Rojo, Guillermo Cabrera Infante, René Cifuentes, Vicente Echerri, José Kozer, Enrique Labrador Ruiz, César Leante, Rogelio Llopis Fuentes, Carlos Franqui, Reinaldo García Ramos, Roberto Madrigal- Ecay, Yolanda C. Martin, Alberto Martínez Herrera, Heberto Padilla, Ricardo Pau-Llosa, Jorge Posada, Bertha Sánchez Bello, José Triana, Roberto Valero, Carlos Verdecia Cabañas, Carlos Verdecia y Belkis Cuza Malé. Estaban también los que ilustraban el número: Ana Flores-Jenkins, Alejandro Anreus, Joan Miró, Chino López, Gabriel Warren (el hijo del poeta Robert Penn Warren), Belkis Cuza Malé y Ernesto Padilla”.
Cuza Malé pudo hacer este número de ahora, confiesa, porque siempre cargó consigo, en cada una de las más de 10 mudanzas, sus archivos y libros, sus alegrías, temores e incertidumbres, “por el hecho mismo de vivir en el exilio”, y, sobre todo, soñando con una “Cuba libre y democrática”. El índice de este Linden Lane Magazine del trigésimo aniversario es una serie de joyas de la literatura cubana de las que hablaremos en la próxima entrega. • 
olconnor@bellsouth.net

Sunday, June 24, 2012


OLGA CONNOR:

 ‘Linden Lane Magazine’: compendio de cultura cubana


Con ese espíritu tan poco pragmático y tan lleno de fe, Cuza Malé se lanzó

ESPECIAL/EL NUEVO HERALD

Cuando abrí por primera vez el número del trigésimo aniversario de Linden Lane Magazinesentí un estremecimiento. Es la única forma de describirlo.
De pronto volví atrás, al año 1971, cuando llegó el momento de enfrentarme, después de varios años en Estados Unidos, con la Cuba de la que había tratado de escapar. Allí estaba el insigne poeta Heberto Padilla, sufriendo la injuria de un gobierno que debió agradecerle su límpido verbo y, sin embargo, lo ultrajó sin compasión. Al hacerlo, levantó una ola de protesta mundial. Padilla por sus poemas de Fuera del juego, galardonados primeramente en 1968 con el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal, y luego censurados, sufrió encarcelamiento junto a su esposa Belkis Cuza Malé, en 1971, para luego ser obligado a retractarse en un acto que recordó los famosos procesos de Moscú.
Fueron los chivos expiatorios de todos los intelectuales que se estaban destapando, porque intuían que había que hablar. Pero fue en Padilla y en Cuza Malé sobre los que cayeron los carbones encendidos de aquel incendio. No podía el gobierno totalitario aceptar el premio a las palabras liberadas de su autor. Todo llegó a un clímax, a un nudo que ya no se pudo desatar. Los escritores cubanos ya no podrían regresar al periodo ingenuo de los años 60 cuando conjeturaban que aún tenían alguna influencia.
Entonces, hasta en el selecto Swarthmore College en Filadelfia, llamado por sus detractores el “Kremlin on the Krum”, donde los profesores eran “izquierdistas de salón”, hubo una reacción repentina, por los oficios de Jean Paul Sartre, quien había reaccionado al llamado “Caso Padilla” firmando una carta colectiva de protesta. De pronto, mis colegas escenificaban un descubrimiento teatral de fingidas rarezas: “¿Ah, pero había KGB en Cuba?”, me preguntaban.
En 1980 Padilla salió finalmente de Cuba, pero no a las playas de la Florida, sino a las de Nueva Jersey. Al mudarse a la Calle de Linden Lane, en la ciudad de Princeton, fue Cuza Malé quien tuvo la idea de crear una revista, con la que Padilla accedió a colaborar aunque a regañadientes, según informa la escritora. Desde entonces, han sido 30 años de sacrificios, pero ella no ha cejado un momento. Hoy la revista representa una colección, un compendio de la cultura cubana allende el mar.
Al prologar los artículos reunidos para esta revista de excepción, y con su habitual sentido anecdótico, que no se puede sustituir por ningún comentario que yo le haga, explica esos orígenes en su artículo 30 años es nada: “Si me preguntasen cómo surgió la idea de publicar una revista que recogiese la obra de escritores y artistas cubanos en el exilio, no sabría contestar más que de una sola forma: fue una inspiración divina. Y con la fe de que la idea se plasmaría en realidad y triunfaría. Los obstáculos ni me pasaron por la mente. Hacía sólo tres años que había llegado de Cuba, mi inglés era rudimentario, no tenía un salario, ni Heberto tampoco. Es decir, vivíamos del aire, prácticamente”.
Con ese espíritu tan poco pragmático y tan lleno de fe, Cuza Malé se lanzó a la aventura editorial, sin apenas recursos, pero no fue en vano. Para siempre quedará grabado su nombre en la historia literaria de Cuba y del Continente, no sólo por sus creaciones personales, sino por esta revista que ella dio a la luz, y ha criado y nutrido hasta el día de hoy. • 
olconnor@bellsouth.net