Saturday, August 28, 2010

NUEVA Y EXQUISITA WEB SITE DE PADILLA CIGARS


Belkis Cuza Malé

Heberto Padilla fue un gran poeta, pero también un hombre muy sencillo, que gustaba de hablar con la gente de a pie, que se deleitaba fumando un habano (casi nunca de la calidad que él hubiera deseado), y tomándose un trago con gente tan disímiles como Chiquitico, el dependiente de la tienda de víveres que estaba justo a dos pasos de nuestro apartamento en la Avenida 31 A., y la calle 22, de Miramar (o La Sierra, como también se le llama a esa parte), o con un carpintero o un mecánico, sin importarle que no supieran nada de literatura. Sammy Bayer, el nunca olvidado Sammy, que aparece también en la reciente novela de Roberto Ampuero,
El caso Neruda, era otro de los personajes con los que Heberto solía compartir su tiempo en una Habana llena de persecuciones y marginamiento.
Por eso, porque era como era, los Padilla Cigars lo recuerdan del mejor modo que a él le hubiera gustado, fumándose un tabaco, sólo que los suyos, éstos que llevan ahora su nombre, son de primerísima calidad.
Carlos y Ernesto Padilla, los dos hijos de Heberto lanzaron la compañía en 2003 y desde entonces no ha dejado de crecer y tener éxito. Y Ernesto, artista plástico y diseñador, ha demostrado ser también un excelente ejecutivo. Al igual que Carlos, su hermano mayor.

Les invito a que visiten esta hermosa web site, que no sólo honra la memoria del poeta de
Fuera del juego, sino que demuestra que aún lejos de la tierra que nos vio nacer, llevamos a Cuba dentro de nuestro corazón.

http://padillacigar.com/blog/


Thursday, August 19, 2010

Maya Islas me visita en La Casa del Agua (tan azulita)

Belkis Cuza Malé

Ayer, miércoles 18, fue un día de paz y amistad. Como deberían ser todos los días. Llegaron de visita a La Casa del Agua (esta Casa siempre Azul, donde quiera que esté), la poeta Maya Islas y otros invitados: mi buen amigo de tantos años y amistades compartidas, José Lorenzo Fuentes, uno de los grandes escritores cubanos de este siglo (y del otro), con Arelys Curbelo, esa bella y talentosa amiga que es la protagonista de
Las vidas de Arelys, la nueva y fantástica novela de José Lorenzo. Y llegó también quien es visitante de honor eterno, y mi *guardaespaldas* (como ya lo he bautizado cariñosamente), el escritor y promotor cultural, Baltasar Santiago Martin, director de la Fundación Apogeo.
Maya está de vacaciones en Miami, compartiendo tiempo con mamá Olga. Y aprovechando su visita, Zu Galería, de la calle Ocho, que dirige Manny López, la ha invitado a hacer una lectura del libro Isla, escrito a duo con otra poeta y pintora de extraordinario talento, la cubana *aplatanada* en la Normandía, Margarita García Alonso. Dibujos y poemas de la Marga, junto con los de Maya. Una obra preciosa que dejará sin duda huellas en la literatura y el arte cubanos de todos los tiempos y fronteras.
Para Maya y los amigos estuve, como siempre, cocinando con amor algunos platos que propiciaran el feliz encuentro. Y así fue, comimos y hablamos, y reimos, pero sobre todo, hicimos cada uno una oración al inicio de la comida, que sin duda sembró paz en nuestros corazones y fue una comunión generosa de unos con otros. A los postres, les serví mi nueva y secreta receta que he bautizado *Crema de guayaba Apogeo*, en honor a la fundación de igual nombre.
Eramos seis comensales a la mesa, presidida por el Arcangel San Miguel, como bien señalara Maya, con esa intuición espiritual que tanto admiro en ella, y a quien considero una hermana.
Aquí les dejo una muestra de nuestra reunión, bendecida por Dios.


Las fotos son de Paula Callejas Cuza, mi nieta más joven, que aunque no participó en la reunión, llegó en el momento justo para tomar las fotos.
Las dos pinturas son de Margarita García Alonso, del libro
Isla, de Maya Islas y Margarita.

Wednesday, August 11, 2010


La Cuba de Lee Lockwood: ESPERE LO INESPERADO

Belkis Cuza Malé

En nuestro apartamento habanero de la calle O, en el Vedado, teníamos un gran afiche a todo color, que decía Expect the Unexpected. Siempre me llamaba la atención ese mensaje casi cifrado que aquella cita tenía para nosotros. Vivíamos en tiempos difíciles, como decía el poema de Heberto Padilla, y decorar un apartamento habanero con un afiche en inglés con aquel mensaje podría ser interpretado por la policía política cubana como un desafío al régimen. Así se vivía entonces. Eran los famosos años 60, con una Cuba en revolución y una sociedad que se desintegraba a pedazos.
Había también otro que colgaba de una pared en nuestro estudio y decía (en inglés) "Sólo no se vende en 3 países: Corea del Norte, Vietnam y Cuba". Anunciaban un whiskey, y como me gustaba mucho ese anuncio que encontré en una revista norteamericana, lo monté y coloqué en nuestro apartamento.
El afiche y la revista nos los había dado el fotógrafo norteamericano Lee Lockwood, cuyo libro Castro's Cuba, Cuba's Fidel acababa de publicarse en Estados Unidos, con una larga entrevista a Fidel Castro, pero también a Heberto Padilla, ilustrada con la foto que le tomó al poeta, no recuerdo dónde, pero que luego, en los días de nuestra detención fue publicada en The New York Times y recorrió el mundo, ofreciendo la imagen del poeta que desafiaba al régimen desde sus entrañas, esta vez, con poesía y pensamiento. Se trata de la foto de Heberto fumándose un enorme tabaco cubano. Foto emblemática del destino del poeta, quien luego, al paso de los años, y de manos de sus hijos Ernesto y Carlos, le darían vida más allá de la muerte, con sus exitosos Padilla Cigars.
A Lee Lockwood, que acaba de morir ahora, aquí en la Florida, muy cerca de donde vivo, lo recuerdo con simpatía. Era altísimo y muy delgado, siempre con su cámara al hombro. Un americano que cultivaba el arte de la fotografía, pero que también era culto. Sus fotos ilustraban la revista Life de la época, y lo hicieron famoso. Por entonces había sido espectador del primer día de la Revolución cubana, pues se encontraba en La Habana el primero de enero de 1959. Pero también retrató a Elvis Presley en sus años del ejército, y a Marilyn Monroe, y a muchos otros famosos.
Más que por las celebridades, parecía interesarse por los que cambiab
an la Historia, y gobernaban a pueblos en guerra o revolución. En La Habana, se hizo amigo del polémico Heberto Padilla. Le gustaba su amistad, oirle, compartir con él opiniones.
Sin duda, entonces un hombre de izquierda, un norteamericano inquieto, quería saberlo todo sobre los régimes comunistas y su totalitarismo. Era como su cámara, una esponja, veía y retrataba. Eso era todo. Por eso se fue a Vietnam del Norte y recorrió el mundo buscando una interpretación de los acontemientos a través de la imagen. Pero tuvo más suerte que Larry Burrows, el fotógrafo de la guerra de Vietnam que murió en un helicóptero bombardeado.
Lockwood fue uno de los fundadores del Center for Cuban Studies, en la ciudad de New York, que dirigía o dirige Sandra Levinson. Su simpatía por la Revolución Cubana era casi entendible. Había tenido la ocasión de hablar durante siete días con Fidel Castro, y era fácil entonces caer bajo la atracción que ejercía el joven tirano, un hombre que hablaba hasta por los codos, con pasión y locura de todos los temas, y que asombraba al mundo con su enfrentamiento a Estados Unidos. Un loco "con encanto", dicen los que lo conocieron entonces.
Pero Lockwood también quería conocer a fondo la realidad cubana, e incluyó a Heberto y a otros en su libro, lo cual no fue recibido con beneplácito por Fidel Castro, y en uno de sus viajes a Cuba, tras la publicación del libro, estuvimos hablando y me pidió ayuda. Creía que como yo había trabajado de periodista en el Gramna, tendría contactos importantes y posibilidad de conseguir que lo oyeran de nuevo. Las puertas parecían habérsele cerrado tras la publicación de Castro's Cuba, Cuba's Fidel e intentaba al menos ser recibido por Celia Sánchez, la mujer más influyente entonces con Fidel Castro. Amante y secretaria privada, Celia se ocupaba en particular de alejarle moscones al jefe, incluidos mujeres y periodistas extranjeros.
Le dije a Lockwood que lo único que podía hacer era hablar con Paco Chavarri, director entonces de la Colección Cubana en la Biblioteca Nacional, quien había estado cerca del Ché Guevara en los días de las guerrillas en la Sierra Maestra, y que se ocupaba entonces, a través de Celia, de organizar los papeles y obra del Ché, desde un cubículo de la Biblioteca Nacional. Paco tenía contacto personal con Celia, y a él le expuse el interés de Lee Lockwood, quien no encontraba modo, según dijo entonces, de que le hicieran caso en Cuba. Ni Celia ni ningún otro funcionario del gobierno respondían sus llamadas. Sé que Celia lo recibió luego y volvieron a comunicarse, pero
no indagué más.
Un par de años después, cuando la Seguridad del Estado irrumpió violentamente en nuestro apartamento, el afiche que nos había regalado Lockwood con la frase Expect the Unexpected se hizo realidad. El fotógrafo que acompañaba a esta tropilla de asaltantes no se cansó de tomar fotos del afiche, y del otro sobre el whiskey. Ambos se convertirían en pruebas contra nuestra desafección y actividad contrarrevolucionaria.

Todas las fotos son de Lee Lockwood