En este parque, con Juan Almeida: mi primer diseño
Belkis Cuza Malé
Corría 1967, a poco menos de un par de meses de que el libro de poemas de Heberto Padilla, Fuera del juego, ganase el Premio Julian del Casal, de la Unión de Escritores, libro que marcaría un hito en la literatura cubana y que inauguraría la disidencia contra el régimen castrista,
A su regreso de Europa, a donde había viajado como representante del Ministerio de Comercio Exterior para los países escandinavos, y tras renunciar a la oferta de que se hiciese cargo de las oficinas en París, Heberto se lanzaría en la peligrosa aventura de enfrentarse al sistema. Lo hará de súbito, ante mis ojos aterrados, cuando me lee los espléndidos poemas que ya estaban formando el cuerpo de su Fuera del juego, título que de por sí no dejaba dudas de la intención del poeta. Son los días en que de forma apocalíptica decide romper lanzas y defender a Guillermo Cabrera Infante, y atacar a Lisandro Otero, cuando El Caimán Barbudo le pide su opinión sobre Pasión de Urbino, la novela que meses atrás había ganado mención en el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Al sacar a la luz los atropellos contra el autor de Tres tristes tigres, por parte de las oscuras fuerzas de la policía secreta, y defender a Guillermo, en detrimento del seguroso Otero, y de su mediocre novela, Heberto no sólo se granjeó el odio del personajillo de marras, sino que provocó la ira de los represores, a los que él sin duda había acusado en esa polémica, señalándonos con pelos y señales. Era la primera vez que alguien usaba en la Cuba de entonces un espacio periodístico para ejercer el derecho a la libre expresión. Sería la primera y la última, creo yo, porque a partir de ahí, y tras la salida de Jesús Díaz, director de El Caimán Barbudo (a quien es obvio obligaron a renunciar), corren por La Habana peligrosos aires de represión. Esa polémica fue el detonador que necesitaba el gobierno para poner en práctica aquellas palabras pronunciadas por Fidel Castro en la Biblioteca Nacional en época tan temprana como 1961: *Con la Revolución todo, contra la Revolución nada*.
De modo que la acción de Heberto lo afectará especialmente a la hora de encontrar un empleo, pues ya dije que a su regreso de Europa se había negado a seguir siendo el representante comercial de Cuba en el extranjero. En un país donde el gobierno es la única fuerza de trabajo, no le iba a ser fácil sobrevivir. Recuerdo, además, las amenazas de Lisandro Otero –director entonces de la Revista Cuba Internacional, y colaborador oficial de la Seguridad del Estado—cuando se llenó la boca para decirle a Heberto: * la comida de tus hijos está en peligro*.
Pero gracias a la buena voluntad del comandante Alberto Mora (quien precisamente hoy, 13 de septiembre, se pegó un tiro hace ya 37 años). Heberto pasó a ocuparse de las relaciones internacionales en la EGREM, la empresa cubana de discos. Era una trabajo más bien burocrático, que no le iba a durar mucho, pues estábamos a unos pocos meses de *la nueva provocación´ del poeta, al concursar en el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal.
Su pasada experiencia como fundador y director de la empresa Cubartimpex, que se encargaba de la importación de libros y arte, lo avalaban para la nueva tarea en la EGREM, aunque por esa época yo sentía que Heberto no estaba interesado en nada que no fuese abrirle los ojos a los demás sobre el peligro que ya acechaba a la sociedad cubana, tras haber residido varios años en los países socialistas y comprobar el desastre en que éstos se habían convertido. Fuera del
Belkis Cuza Malé
Corría 1967, a poco menos de un par de meses de que el libro de poemas de Heberto Padilla, Fuera del juego, ganase el Premio Julian del Casal, de la Unión de Escritores, libro que marcaría un hito en la literatura cubana y que inauguraría la disidencia contra el régimen castrista,
A su regreso de Europa, a donde había viajado como representante del Ministerio de Comercio Exterior para los países escandinavos, y tras renunciar a la oferta de que se hiciese cargo de las oficinas en París, Heberto se lanzaría en la peligrosa aventura de enfrentarse al sistema. Lo hará de súbito, ante mis ojos aterrados, cuando me lee los espléndidos poemas que ya estaban formando el cuerpo de su Fuera del juego, título que de por sí no dejaba dudas de la intención del poeta. Son los días en que de forma apocalíptica decide romper lanzas y defender a Guillermo Cabrera Infante, y atacar a Lisandro Otero, cuando El Caimán Barbudo le pide su opinión sobre Pasión de Urbino, la novela que meses atrás había ganado mención en el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral. Al sacar a la luz los atropellos contra el autor de Tres tristes tigres, por parte de las oscuras fuerzas de la policía secreta, y defender a Guillermo, en detrimento del seguroso Otero, y de su mediocre novela, Heberto no sólo se granjeó el odio del personajillo de marras, sino que provocó la ira de los represores, a los que él sin duda había acusado en esa polémica, señalándonos con pelos y señales. Era la primera vez que alguien usaba en la Cuba de entonces un espacio periodístico para ejercer el derecho a la libre expresión. Sería la primera y la última, creo yo, porque a partir de ahí, y tras la salida de Jesús Díaz, director de El Caimán Barbudo (a quien es obvio obligaron a renunciar), corren por La Habana peligrosos aires de represión. Esa polémica fue el detonador que necesitaba el gobierno para poner en práctica aquellas palabras pronunciadas por Fidel Castro en la Biblioteca Nacional en época tan temprana como 1961: *Con la Revolución todo, contra la Revolución nada*.
De modo que la acción de Heberto lo afectará especialmente a la hora de encontrar un empleo, pues ya dije que a su regreso de Europa se había negado a seguir siendo el representante comercial de Cuba en el extranjero. En un país donde el gobierno es la única fuerza de trabajo, no le iba a ser fácil sobrevivir. Recuerdo, además, las amenazas de Lisandro Otero –director entonces de la Revista Cuba Internacional, y colaborador oficial de la Seguridad del Estado—cuando se llenó la boca para decirle a Heberto: * la comida de tus hijos está en peligro*.
Pero gracias a la buena voluntad del comandante Alberto Mora (quien precisamente hoy, 13 de septiembre, se pegó un tiro hace ya 37 años). Heberto pasó a ocuparse de las relaciones internacionales en la EGREM, la empresa cubana de discos. Era una trabajo más bien burocrático, que no le iba a durar mucho, pues estábamos a unos pocos meses de *la nueva provocación´ del poeta, al concursar en el Premio Nacional de Poesía Julián del Casal.
Su pasada experiencia como fundador y director de la empresa Cubartimpex, que se encargaba de la importación de libros y arte, lo avalaban para la nueva tarea en la EGREM, aunque por esa época yo sentía que Heberto no estaba interesado en nada que no fuese abrirle los ojos a los demás sobre el peligro que ya acechaba a la sociedad cubana, tras haber residido varios años en los países socialistas y comprobar el desastre en que éstos se habían convertido. Fuera del
juego es el resultado de esa experiencia traumática, que convertirían al poeta en un verdadero profeta.
A la EGREM llevó a trabajar con él a Alberto Martínez Herrera, cuentista y ensayista, gran amigo que había estado también en Cubartimpex. Por esos días yo había sido echada del periódico Granma, donde trabajaba en las páginas culturales, y andaba en busca de empleo, y Alberto, que sabía de mi interés por la pintura y el diseño, me llamó para proponerme una colaboración. Se trataba nada más ni nada menos que de diseñar el nuevo disco LPV del comandante Juan Almeida. Recuerdo que abrí mucho los ojos y le pregunté a Alberto si estaba loco. *Pero si yo nunca he diseñado nada, y menos un disco. Y para colmo se trata de un personaje como Almeida*. Alberto me convenciò de que èl conocìa mi talento artìstico (¡!!) y de que iba a hacer un buen trabajo. Ademàs de que me pagarìan $50 pesos, entonces una fortuna.
Fue Heberto quien, con su natural instinto para el diseño, me sugirió el estilo que mejor cuadraba a aquella foto de un par de enamorados que Almeida había enviado a la EGREM y sobre la que debería elaborar el diseño. No me gustaba para nada esa pareja convencional que sin duda dejaba poco espacio para la imaginación. Pero con la sugerencia de Heberto me di a la tarea de hacer un boceto. Lo peor venia a continuación. Apenas si podía comer y conciliar el sueño pensando que estaba citada para entrevistarme con el comandante Almeida en las oficinas del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Para colmo, el hombre estaba sustituyendo a Raúl Castro, que se había tomado unas vacaciones, o andaba viajando, y era nada menos que el ministro. Yo temblaba de pensar en ese encuentro, y en sus posibles consecuencias si no le gustaba mi diseño o si me pedía referencias como artista gráfica, o si se enteraba de que me habían echado del periódico Granma. Ya me veía entre rejas, acusada de burlarme del Ministro de las Fuerzas Armadas, héroe a su vez de la Revolución.
Temblando, y tras identificarme en los distintos puntos de chequeo, subí por el elevador hasta donde me indicaron estaban las oficinas del Ministro. La secretaria que ocupaba el buró a la entrada, me hizo pasar a un enorme salón, amueblado con estilo y modernidad, donde recuerdo que prevalecìa el color marrón. Presidiendo el sitio descubrì sin mucho esfuerzo un gigantesco y moderno tocadisco y grabadora, como ésos que sòlo se veìan en Cuba en las pelìculas.
Sola y sin dejar de temblar, con mi carpeta repleta de bocetos y papeles que yo intentaba no tirar al suelo, lo vi llegar por alguna puerta lateral. No era muy alto, un mulato de rostro agradable, con grandes bigotes, y pensé que me recordaba a Antonio Maceo, aunque de seguro el Titán de Bronce debió ser más alto. Ni entonces ni ahora mi valoración de su físico estaba asociada a la política: era sencillamente un mulato que se me parecía a Antonio Maceo. Punto.
Debió notar que yo estaba muy nerviosa cuando estreché aquella mano que me extendió con amabilidad. Nos sentamos en un sofá negro que había en el amplio salón y enseguida abrí la carpeta mostrándole mis bocetos en los que encajaba aquella foto que él se había empeñado que presidiese la portada de su disco En este parque.
Para mi sorpresa le pareció bien lo que yo le mostraba, y no recuerdo que me hubiese preguntado nada al respecto. Fui yo quien quería adelantarme a sus pensamientos, para evitar así sus preguntas. Lo vi sonreir y darme las gracias, y yo me despedí aliviada.
Ahí no terminaría mi labor con el disco En este parque, sino que además del diseño tuve que escribir la contraportada. Cuando terminé, entregué mi trabajo a la EGREM y ellos se encargaron de imprimir el disco en España. Meses después me enviaron una copia de En este parque. El diseño y la labor de edición del mismo llevaban mi firma, lo cual --dadas las circunstancias—me hizo sentir complacida. Quizás, el comandante Juan Almeida no se enteró nunca con quién aparecía en su disco En este parque. Me había graduado como diseñadora y a la vez, había pasado una prueba de fuego.
Anoche, pensando en todo esto, abrí el Gramna para leer sobre la vida de Almeida y oi su canción La Lupe, interpretada por Silvio Rodríguez. Para ser justa con Silvio (a quien detesto) y a quien conocí en sus años de rebeldía, cuando escribió una canción para Heberto y su Fuera del Juego, y aquella vibrante Para no verte tanto, contra Fidel Castro, diré que su interpretación de La Lupe, la canción con que Almeida se dio a conocer, es realmente buena. Lo cortés no quita lo valiente.
No voy a juzgar a Juan Almeida, no soy Dios, ni me interesa. He oido, y leido ( y no precisamente en Granma, sino en el blog miamiense Secretos de Cuba) que en varios instantes de su vida demostró actuar con honestidad: *Fue sustituido por el comandante Dermidio Escalona, al negarse a torturar a los prisioneros* (en Playa Girón), dice la nota de Secretos de Cuba. Este simple hecho me basta para entender que no importa dónde las circunstancias de la vida nos coloquen, siempre habrá dos bandos, el de los buenos y el de los malos. Y no hay absolutos para Dios. Tampoco debería haberlo para nosotros.
Fue Heberto quien, con su natural instinto para el diseño, me sugirió el estilo que mejor cuadraba a aquella foto de un par de enamorados que Almeida había enviado a la EGREM y sobre la que debería elaborar el diseño. No me gustaba para nada esa pareja convencional que sin duda dejaba poco espacio para la imaginación. Pero con la sugerencia de Heberto me di a la tarea de hacer un boceto. Lo peor venia a continuación. Apenas si podía comer y conciliar el sueño pensando que estaba citada para entrevistarme con el comandante Almeida en las oficinas del Ministerio de las Fuerzas Armadas. Para colmo, el hombre estaba sustituyendo a Raúl Castro, que se había tomado unas vacaciones, o andaba viajando, y era nada menos que el ministro. Yo temblaba de pensar en ese encuentro, y en sus posibles consecuencias si no le gustaba mi diseño o si me pedía referencias como artista gráfica, o si se enteraba de que me habían echado del periódico Granma. Ya me veía entre rejas, acusada de burlarme del Ministro de las Fuerzas Armadas, héroe a su vez de la Revolución.
Temblando, y tras identificarme en los distintos puntos de chequeo, subí por el elevador hasta donde me indicaron estaban las oficinas del Ministro. La secretaria que ocupaba el buró a la entrada, me hizo pasar a un enorme salón, amueblado con estilo y modernidad, donde recuerdo que prevalecìa el color marrón. Presidiendo el sitio descubrì sin mucho esfuerzo un gigantesco y moderno tocadisco y grabadora, como ésos que sòlo se veìan en Cuba en las pelìculas.
Sola y sin dejar de temblar, con mi carpeta repleta de bocetos y papeles que yo intentaba no tirar al suelo, lo vi llegar por alguna puerta lateral. No era muy alto, un mulato de rostro agradable, con grandes bigotes, y pensé que me recordaba a Antonio Maceo, aunque de seguro el Titán de Bronce debió ser más alto. Ni entonces ni ahora mi valoración de su físico estaba asociada a la política: era sencillamente un mulato que se me parecía a Antonio Maceo. Punto.
Debió notar que yo estaba muy nerviosa cuando estreché aquella mano que me extendió con amabilidad. Nos sentamos en un sofá negro que había en el amplio salón y enseguida abrí la carpeta mostrándole mis bocetos en los que encajaba aquella foto que él se había empeñado que presidiese la portada de su disco En este parque.
Para mi sorpresa le pareció bien lo que yo le mostraba, y no recuerdo que me hubiese preguntado nada al respecto. Fui yo quien quería adelantarme a sus pensamientos, para evitar así sus preguntas. Lo vi sonreir y darme las gracias, y yo me despedí aliviada.
Ahí no terminaría mi labor con el disco En este parque, sino que además del diseño tuve que escribir la contraportada. Cuando terminé, entregué mi trabajo a la EGREM y ellos se encargaron de imprimir el disco en España. Meses después me enviaron una copia de En este parque. El diseño y la labor de edición del mismo llevaban mi firma, lo cual --dadas las circunstancias—me hizo sentir complacida. Quizás, el comandante Juan Almeida no se enteró nunca con quién aparecía en su disco En este parque. Me había graduado como diseñadora y a la vez, había pasado una prueba de fuego.
Anoche, pensando en todo esto, abrí el Gramna para leer sobre la vida de Almeida y oi su canción La Lupe, interpretada por Silvio Rodríguez. Para ser justa con Silvio (a quien detesto) y a quien conocí en sus años de rebeldía, cuando escribió una canción para Heberto y su Fuera del Juego, y aquella vibrante Para no verte tanto, contra Fidel Castro, diré que su interpretación de La Lupe, la canción con que Almeida se dio a conocer, es realmente buena. Lo cortés no quita lo valiente.
No voy a juzgar a Juan Almeida, no soy Dios, ni me interesa. He oido, y leido ( y no precisamente en Granma, sino en el blog miamiense Secretos de Cuba) que en varios instantes de su vida demostró actuar con honestidad: *Fue sustituido por el comandante Dermidio Escalona, al negarse a torturar a los prisioneros* (en Playa Girón), dice la nota de Secretos de Cuba. Este simple hecho me basta para entender que no importa dónde las circunstancias de la vida nos coloquen, siempre habrá dos bandos, el de los buenos y el de los malos. Y no hay absolutos para Dios. Tampoco debería haberlo para nosotros.
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21 comments:
Belkis, muy bueno el post. Sólo me gustaría aclararas lo de la novela del teniente Lisandro, pues creo que no llegó a ganar nunca el Premio Casa, sino que fue finalista del Biblioteca Breve aquel año, de ahí que generara cierta expectativa entre la gente en contraposición con Cabrera Infante, pues aquel era un premio que había descubierto a autores de la talla de Vargas Llosa, Marsé y el propio Guillermo. Un saludo desde Houston.
Agradezco mucho este artículo, me encanta como devela una época en mínimos detalles de la vida cotidiana. ¿habrá algún libro de memorias?
Excelente.
Gracias, Michael, por la rectificaciòn que me pides sobre la novela de Lisandro. Efectivamente, fue La situaciòn, y no Pasiòn de Urbino, la que ganò el Premio Casa de las Amèricas. He hecho la debida correcciòn, como veràs. Pasìòn de Urbino `quedò finalista en el Biblioteca Breve de Seix Barral.
Estoy intentando recordar todo, pero ha pasado mucho tiempo. Claro, debo investigar primero, pero confiè erròneamente en mi memoria.
Sì, trabajo en La buena memoria, ese libro que intenta recoger en detalles --casi domèsticos, pues adoro el gènero biografico detallista-- los años del Caso Padilla y màs.
Gracias, querida Zoè, por llegarte y leer, y por tu generoso comentario.
Muchas bendiciones para todos,
Belkis
Un privilegio conocer esos testimonios. Muchas gracias Belkis.
Querida Belkis,
Muy interesante lo que cuentas. Me parece que memorias como éstas son imprescindible. Mis felicitaciones.
Bien por ti, Belkis. Lo cortés no quita lo valiente. El Mal y el Bien se codean en todos los seres humanos, que somos complejos y contradictorios. Tanto o más que de los cromosomas, el carácter y la conducta del ser humano --valga la perogrullada-- es hijo de sus circunstancias.
De no ser por el influjo del entorno, con toda probabilidad Almeida habría llegado a ser un maestro de obras. Quizás un compositor más o menos famoso.
En cuanto al joven abogado Fidel Castro, a la larga habría llegado a ocupar un escaño en el Capitolio o a la poltrona presidencial, pues no cabe duda de que le sobraba talento, cultura política y voluntad de poder. Potencialmente, estaba fuera de grupo en la clase política de la época.
Este 11 de septiembre el mulato Almeida, hijo de Changó, habría muerto feliz Acaso con una sonrisa zumbona, de "canalla rumbero", en los gruesos labios entreabiertos; rodeado, cual cumplido Papá Montero, de su numerosa prole; llorado a moco tendido entre repiqueteos de tambores por una viuda seria en la funeraria y varias alegres en solares habaneros, igual que el mítico personaje de la famosa rumba de Eliseo Grenet...
Quien lo dude ha de preguntarse por obra de qué otro prodigio, si no los del ambiente y el contagio extático, millones de cubanos de todas los estratos y colores trocaron tan a la ligera sus destinos a partir de la apoteosis revolucionaria aquella fatídica Noche Vieja del 58.
El detalle de haberse Almeida negado de plano a torturar bien podría tener algo que ver con la aparente discordancia entre la (relativa, porque la epopeya de la Sierra Maestra fue más bien una guerrita de muerde y huye, un corretaje perpetuo delante del ejército) relevancia de su expediente guerrillero y la (relativa, porque en última instancia mandaba bastante) irrelevancia de su hoja de servicios ejecutivos bajo el castrismo.
Almeida era un modesto aprendiz de albañil casi adolescente cuando lo reclutó Fidel, que era un joven gánster político, un guajiro con talento para matón formado en el "Bonche" y las subversivas aulas de la Universidad de La Habana.
A la sazón, el rudimentario bagaje teórico de Almeida se reducía a un precario adoctrinamiento juvenil como militante --o simpatizante-- del Partido Ortodoxo, otro vivero de demagogos profesionales. "En el principio fue el verbo", se lee en la Biblia...
Sigo en blog. Gracias y abrazo fuerte...
El Abicú
Lazaro, el privilegio es para mi que me leas, tu y los demas.
Diana querida, ya sabes que trabajo en eso de escribir todo lo que vivi. Mucho se me ha perdido cuando mi Mac, donde diseñaba LLM, se rompio en la mudanza a la Florida. Aun no se si podre recuperar los files que tengo en ese hardrive. Si alguien tiene idea aqui de como recobrar años de trabajo, o donde lo hacen, por favor, dejarme saber.
Gracias amigo Abicu por tu comentario. Dejame decirte que a veces, con esa ironia que lo caracterizaba, Heberto solia llamarme Abicua, jajaja. Los campesinos de Pinar del Rio llamaban asi a la gente desapegada, que no mostraba mucho su amor. LOL!!!!! Al menos, eso me decia el, a falta de una mejor definicion del termino, que ya se es otra cosa.
Gracias y bendiciones,
Belkis
Me parece irresponsable decir que Heberto padilla inventó, con su libro, la disidencia en Cuba, ignorando olímpicamente el historial entre el 59 y el 67, que es tan espeso como el que hay desde el 67 hasta hoy.
Solo desde el odio se podría ver a Pasión de Urbino como una mala novela. No siento la más mínima admiración por Lisandro Otero, pero preferiría callar a decir algo así. También es Tres Tristes Tigres una gran novela, lo pueden ser ambas. Pero bueno, es su apreciación, la misma que encuentra admirable La Lupe de Almeida.
También me parece tremendamente exagerado decir que el articulo de padilla en el Caimán Barbudo fue la primera y última vez que en cuba se ha usado un medio periodístico para criticar al régimen. Parece que usted, sobre todo en los últimos tiempos, ha estado viviendo dentro de un barril.
Al final dice que no juzgara a Almeida porque no es Dios, ni le interesa; menos mal que se escapo alguien de sus abundantes juicios en tan poco espacio.
Saludos de un seguidor de su blog.
Querida Belkis,
sòlo tù puedes dar tanta luz, y de esta forma.
Un beso,
Gracias, querida Isis, por tu comentario. Siempre generoso hacia mi persona y lo que escribo y hago.
En cuanto al señor Eduardo Jo, puede opinar lo que quiera, para eso existe la libertad de expresion y la democracia. Pero le invito a que indague el verdadero significado de Disidencia. No necesito explicar que desde el primer momento de la Revolución muchos se opusieron y fueron encarcelados o fusilados. Eso no se llama Disidencia, esos estaban Contra la Revolución. Heberto era un disidente, pues fue un funcionario del gobierno y su libro es una denuncia contra el sistema. Hasta ese momento nadie se había atrevido a escribir algo asi, y ese libro tiene la calidad insuperable de la gran poesia.
Pasion de Urbino es una basura apologética, como todo lo que hacia ese personajillo malvado, al que conocí y sufrí y a quien Heberto Padilla contestó generosamente una llamada que el le hizo desde Puerto Rico, a nuestra casa en Princeton, cuando estaba intentando quedarse en algun sitio, o a lo mejor era otra encomienda de la Seguridad.
Tres tristes tigres es una gran novela y ademas, Heberto defendio a su autor arriesgando mas de lo que usted puede imaginar. Guillermo habia sido hasta hacia poco Agregado Cultural de Cuba en Bruselas. Y como sabe, fundador y director de Lunes de Revolucion.
Nunca he vivido en un barril, como trata de ofenderme usted. Vivo al tanto de lo que pasa en mi mundo, pero mas dentro del mundo espiritual. No veo las cosas con los ojos externos.
Sé mas de lo que se imagina de esa Cuba y de la de ahora. Siempre he trabajado por la cultural cubana, siempre he dado lo poco que poseo para que no se mueran esas voces. Tengo un sentido historico. ¨Por eso intento recordar, por eso guardo con celo los Archivos de Linden Lane Magazine, aun a costa de mi propio bienestar.
Gracias por su comentario.
Dios lo siga bendiciendo,
Belkis
Hola que tal, soy Luis Antonio , Te interesa poner anuncios de texto en tus blog.
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Luis Antonio
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Gracias por esta historia querida Belkis, debías escribir màs anécdotas de esa época. Un abrazo, Maite.
Señora Belkis, le informo que disidentes antes de padilla los hubo hasta en las más altas esferas del gobierno desde el mismo 1959, y para qué hablar de los tantos “sin nombres” que también disintieron. Creo que es una idea peregrina pensar que en un proceso donde estaban involucrados millones de personas no hubiese disidentes hasta el 67. En nuestra historia ha habido de todo en todos los tiempos. Disidentes fueron: Rolando Cubelas, Huber Matos, Eloy Gutiérrez Menoyo, Carlos Franquy, Sebastian Arcos Bergne, Gustavo Arcos Bergne, Manuel Urrutia Lleo, el mismo Guillermo Cabrera Infante, Humberto Sorí Marín, mi abuela Mariana, y esto es solamente un recuerdo a vuela pluma. Sería bueno que al menos una vez cada cierto tiempo vea el mundo con los ojos que dios le dio para eso, la historia habla de hechos concretos y se puede faltar a la justicia histórica cuando se pasan las cosas por un prisma demasiado cercano a los afectos personales. No se ofenda por lo del barril, en uno de ellos vivió Diógenes y no precisamente ajeno a la realidad.
Para ya de hablar de hablar basuras, Eduardo Jo. Ya me cansaste con tu estupidez ramplona. Tienes cara de haber militado en la liga de los comunistas. Se te ve por encima de la ropa, y tu vocabulario lo refuerza. Todos esos que nombras como disidentes no lo eran, sino opositores o como gustes llamarlos, y además, nunca escribieron un libro ni de poemas ni de nada que hablara desde su disidencia. El único de ellos que escribió un libro magnífico, es Carlos Franqui.
Fuera del juego fue otra cosa y debido a la excelencia de su póesía pues impactó.
Al exlio llegan ahora los inflitrados o los pichones de comunistas, que alguna vez quisieron ser poetas, y abren un blog, como el que pone una quincalla, y empiezan a colar allí sus chorizos (como diría Heberto) y ya se creen poetas. O abren la boca para escupir su odio. Lo mismo el otro compinche tuyo, el Reynaldo Soto ése, que se cree que le voy a consentir sus insultos y desmadres contra Heberto Padilla. Es un cobarde de siete suelas, y un poetraco (otra palabra de Heberto) de quinta categía, que casualmente publica sus basuras en tu blog, así que mejor te limpias la boca para hablar de nosotros. Sí, borré su comentario, con todo el derecho que me asiste, porque no le doy tribuna a la Seguridad del Estado en mi blog. Sigan los dos, tu, el Jo y el Soto, que van a llegar muy lejos con esos poemas, y quizás algún día irán a hacerle compañia a los *Cinco Héroes* que este país tiene muy bien guardados tras las rejas. Allí van a tener tiempo para seguir escribiendo sus basuras.
Y sí, qué Dios los ayude y perdene,
Belkis
Mi querida Belkis, tuve la suerte de conocer a Heberto Padilla y de haber podido compartir con él en varias ocasiones en el exilio, en Paris, Roma y Madrid. A pesar de los pesares, de las humillaciones, de las criticas, de las incomprensiones, muchas de ellas provenientes del exilio, él seguia teniendo la actitud propia del gran poeta que fue. Habia tenido el inconmensurable valor de oponerse abiertamente al régimen y de haber pagado, contigo, un altisimo coste por ello. Sabia que cualquiera que supiera de los procesos de Moscu y de los paises del Este habia entendido su autocritica como lo que era: un ataque apenas velado contra los "compañeros" de la Seguridad del Estado. Sabia también que los que quisieran entender iban a darse cuenta de que sus "denuncias" debian ser consideradas como manifestaciones de amistad y de amor. Poca gente en Cuba ha tenido que aguantar una prueba de ese tipo. Heberto fue uno de nuestros mejores disidentes, muy por encima de su propio "caso", el "caso Padilla". Su poesia le sobrevive a todos los que quisieron enterrarlo en vida, "en tiempos dificiles". Su memoria nunca ha sido "mala", solamente necesaria, como la tuya.
Jacobo Machover
Amigo Machover> Perdona la demora en agradecer tu comentario, tan lúcido y de seguro necesario para los que se hacen los suecos y no quieren entender por qué pasaron todas esas cosas.
Leer sobre los procesos de Moscú es asignatura obligada si queremos comprender el stalisnimo y el castrismo.
Heberto me indicó muy temprano qué debía yo leer para estar preparada. Y así fue, esos libros claves me dieron la pista. Nunca olvidaré El cero y el infinito, y tantos otros esclarecedores. O la obra de los que desaparecieron tras la represión stalinista.
Gracias por tu amistad.
Muchas bendiciones,
Belkis
muy interesante toda la historia ..se ve que usted es historia viviente,,dos cosas no son de mi agrado ..comparar a dicho personaje con el titan de bronce.antonio maceo ..y para mi juan almeida es un asesino...
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