BELKIS CUZA MALE
El misterio de la vida sólo puede tener una explicación: Dios. Y esa inteligencia superior que creó el universo con un soplo, con una palabra, sigue creando y recreándonos. Han pasado los años, pero el corazón no envejece, por eso acoge con suma alegría el nacimiento de una nueva criatura, porque nunca ha dejado de ser niño. Y esto que parece sin duda una frase común encierra también el conjuro de la vida. Niños somos y niños seremos hasta la muerte.
Y con ese espíritu de reverencia recibo en estos días a Xavier, el hijo de mi nieta Paula, también una niña. Apenas va a cumplir Xavier los tres meses, pero sus ojos oscuros y profundos lo observan todo con una extraña fijeza, con la adultez del que reconociese el sitio. No sé qué quiere decirme cuando me aprieta fuerte la mano y esos deditos tan pequeños y tiernos, como de porcelana, quieren trasmitir, estoy segura, algún incógnito mensaje, pues enseguida sonríe y se acomoda en su cunita, feliz sin duda de haber descubierto algo en mí. Pero qué, no sé.
Le han vestido de azul, con gorro y hasta guantecitos, porque hace frío en Texas y, viéndolo, pienso en el Martí de La edad de oro. ¡Cómo sabía este gran hombre del espíritu de los niños, cómo reflejó su amor por todos los pequeñitos del mundo! A través de sus manifiestos poéticos, de sus cartas a su hijo y a María Mantilla, su hijita querida, Martí nos dejó una literatura extraordinaria. A ella hay que volver cuando queremos profundizar en el amor. Sí, los niños nacen para ser felices. El ser humano --leemos también en los Evangelios-- fue creado para la felicidad, pero los enemigos acechan armados de odio. Nunca como antes se han visto tantos atropellos, tanto daño contra los niños. ¿Se imaginan un mundo con niños sin hambre, sin miseria, rodeados de amor?
Cuando soy yo la que observo de frente a Xavier, mirándolo con fijeza, vuelve a establecer conmigo un diálogo silencioso. Como si su alma estuviera creando vínculos con la mía. Al margen de interpretaciones científicas o metafísicas, estoy segura de que en estos momentos de reconocimiento mutuo Xavier me mira desde el fondo de su alma. Y es lo que hago yo también, conectarme con ese ser que acaba de nacer, que ha de crecer con amor, llevando con orgullo su Xavier, que es como el sello, el código particular de este futuro hombre.
Creo que cada edad es en sí misma sabia. La inmadurez no tiene nada que ver con los años, sino con la atrofia emocional. Un niño mira con los mismos ojos a los mayores como cuando llega a la madurez absoluta. Y yo puedo afirmarlo por experiencia propia. A los seis años sabía cómo interpretar el mundo a mi alrededor y me había formado opiniones que aún conservo. Por eso sé que los niños son adultos en miniatura. Y si ríen y saltan con estrépito, y corren y no les importa decir lo que piensan, expresar sus emociones, es porque aún los mayores no han comenzado a reprimirlos.
Para Xavier, y para todos los niños del mundo, sólo pido ''el pan que descendió del cielo'', como dijo Jesús de sí mismo. Que no les falte nunca este alimento.
belkisbell@aol.com
Friday, March 10, 2006
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2 comments:
Un 20 de marzo de 1971 Heberto Padilla y yo fuimos tenidos en La Habana, en una operacion de la Seguridad del Estado que mas bien parecia destinada a una caceria de peligrosos criminales, no la detencion de un par de poetas, cuyo unico delito era pensar e intentar escribir con voz propia. En el caso de Heberto, su libro Fuera del Juego fue la voz detonante contra la joven, pero ya opresiva revolucion.
Encontre este articulo en el Internet, firmado por Minaya, a quien no tengo el gusto de conocer, pero lo incluyo aqui en memoria de Heberto, que como bien dice el articulista, no volvio a ver Cuba.
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"On September 25, 2000, Herberto Padilla, a visiting writer and professor at Auburn University in Alabama, failed to show up for his literature class. His students went in search of their professor and discovered him in his apartment—dead of natural causes
Rivero had not forgotten Padilla. No Cuban writer could.
But Padilla is remembered less for his contributions to poetry than for the chapter in the Cuban Revolution when the honeymoon between Castro and his writers ended:El Caso Padilla.
Padilla, 68, had suffered from heart problems. He had recently split from his wife, the writer Belkis Cuza Male, who was living in New Jersey at the time, and had just begun teaching at Auburn. Students barely knew the Cuban writer, who immigrated to the United States in 1980.
But, at the time of his death, Padilla was considered by many to be Cuba’s greatest living poet.
His passing caused fewer ripples in Cuba. Back in Havana, Raul Rivero -- a poet, journalist and friend of Padilla -- remembered the news zipping by on television so quickly that it took him a few minutes to fully understand.
Rivero tried to imagine what the last years of Padilla’s life had been like in the United States. Did Padilla — whose vocation as a poet immersed him in Spanish — ever grow accustomed to hearing so much English? How had Padilla handled the winters? Did he ever miss Cuba?
Rivero had not forgotten Padilla. No Cuban writer could. But Padilla is remembered less for his contributions to poetry than for the chapter in the Cuban Revolution when the honeymoon between Castro and his writers ended: El Caso Padilla.
In 1968, Padilla -- already a respected poet and journalist — entered the annual literary contest of the National Union of Writers and Artists (UNEAC). His entry, a collection entitled Fuera del Juego, Out of the Game, was a scathing critique of the government’s iron grip on intellectual life. It had only been seven years since Castro’s remarks at a conference of intellectuals. Having declared the Cuban revolution a socialist one earlier in the year, Castro then wanted intellectuals to do their part for the cause. He instructed : "What are the rights of writers and artists, be they revolutionaries or not? Within the revolution all; against the revolution nothing." That same year UNEAC was formed in imitation of the Union of Soviet Writers.
Padilla chaffed under the restrictions. In Out of the Game he wrote:
The poet! Kick him out!
He has no business here.
He doesn’t play the game.
He never gets excited
Or speaks out clearly.
He never even sees the miracles.
An international and independent panel of judges awarded Padilla the nation’s highest poetry prize, the Julian del Casal award, for the collection. The writer’s union, however, declared Padilla’s poetry "ideologically outside the principles of the Cuban revolution."
Cuza Male now living in Texas told me that Castro came to their house personally and said to Herberto, "You can go. Come back when you are ready."
Padilla, then 48-years-old, never saw Cuba again.
No action was taken against Padilla until three years later, in 1971. Padilla was reading from his work at the writer’s union, when authorities arrested the poet. Among the tight-knit community of writers, the subsequent weeks of his absence produced the inescapable question of the season in Havana — "Where is Padilla?"
He reappeared a month later and addressed many of the same people he stood before when he was detained. This time, however, he read a scathing indictment of himself and many other literary notables and friends. He condemned, among others, his wife, the Cuza Male.
His public confession complete, he disappeared again. But this time, in full view. Though released from custody, Padilla would not be published for nearly a decade. He was also forbidden to leave Cuba. Friends and family avoided the 39-year-old writer and Cuza Male lived an internal exile.
Word of El Caso Padilla spread around the world. And soon notable leftist intellectuals began to retract their support for the revolution. A petition requesting the release of Padilla was circulated and signed by, among many, Jean Paul Sartre and Gabriel Garcia Marquez. The diminished prestige of one man was becoming a costly loss of face for a country that — surrounded by real and imagined enemies — could not afford to lose friends. Finally, Castro decided that it was time to let Padilla go. Cuza Male now living in Texas told me that Castro came to their house personally and said to Herberto, "You can go. Come back when you are ready."
Padilla, then 48-years-old, never saw Cuba again.
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Pero un dia Cuba sera libre de la opresion castrista y los restos de Heberto volveran a Cuba. Porque el siempre ha vivido en Cuba, como dice uno de sus poemas mas famosos.
Mensaje enviado a mi direccion de email, pues el amigo Solera encontro dificultades para dejar aqui su comentario. Gracias por esas palabras, Robert.
"""Palabras que destilan dulzura de un alma maltratada por un Tirano y por la injusta vida que este le obligo a vivir.
Sin embargo, pudo mas el amor que el odio y Belkis, hoy, sigue siendo un alma candorosa, dulce y amable y que tras sufrir indecibles anos sigue siendo como la chiquilla que fue en 1968 en la entrega de premios.
Love, Robert A. Solera
Life is too brief to waste it!"""
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