Sunday, May 09, 2010

Prosa de embarazada


Durante los meses de espera. a que naciera mi hijo Ernesto, comemcé a escribir el texto de lo que sería mi libro La buena memoria
, todavía en proceso de ponerle punto final. Esta parte del libro se llama *Prosa de embarazada*, y recoge aspectos de nuestra vida en La Habana, prácticamente en cautiverio por la Seguridad del Estado, y mis temores y terrores durante este tiempo. Aquí les pongo una pequeña muestra del mismo. Y lo acompaño con las fotos de mi familia, para honrar de algún modo a las madres que descienden de mí. No tengo a mano fotos de mi madre ni de mi abuela, ésas dos mujeres que están siempre presentes en mi vida.

A todas, un beso y muchas bendiciones.


Viernes, 26 de mayo de 1972
Hace unos días le decía por teléfono a un amigo que probablemente estoy preparada para todo. Cuando este niño nazca esperaré impaciente la noticia: un niño sin cabeza. El se ha reido tanto, mientras yo lloraba, porque no es cierto, no estoy preparada para nada en la vida.
Esto me lo enseñaron mis ancestros espectrales, de ellos aprendí a tartamudear mentalmente, a sonreir en un rictus que expresa cualquier cosa. Reir y llorar. Lloro por nada, ¿pero cómo no voy a llorar ? La siquiatra (de la Seguridad del Estado) me ha propuesto *la salud mental* para mí y para mi feto, que otra cosa es imposible, dice, que me resigne. Una mujer puede ser también un ser extraño y lejano, odioso a ratos con las otras. Lo digo por la siquiatra, por su mirada dura, acusadora, increiblemente inhumana.
Cree tener motivos, todos los motivos del mundo. Una mujer en mi estado mental --repite--, no puede darse el lujo de tener otro hijo.
Yo no pedí nacer. Ahora tendré que morir. Pero a nadie le preocupa parir hijos para la muerte, echarlos al mundo de la conciencia. Por eso, los estados mentales me importan un comino. Soy hija de mi mundo. Qué me aguanten, qué me sufran. La siquiatra no es honesta, lo sé; sus intereses son políticos. La Seguridad del Estado no quiere que este hijo de Heberto y mío nazca. Quieren aplicar con mi feto la cámara de gas por anticipado, como si sospecharan que sólo puedo dar enemigos...
Hablo de mí todo el tiempo, lo siento, pero podría hablar de los demás. ¿De quién, por ejemplo, sin comprometerme demasiado? Se me acusa de esto y de mucho ás. Se trata del Ego, pero el mío lo hice trizas. Me lo exigían los otros. Ellos impiden a veces este diario, pues me lanzo en su búsqueda. Mi pobre Ego. La soledad me horroriza. Si se supiera que leo, desde esta Isla, los anuncios del New Stateman y The Spectator, de Londres (cuando irregularmente llegan a la biblioteca de mi trabajo) en busca de *la llamada*, me ccreerían completamente loca. Allí, entre líneas, se anuncian los tontos, y los mediocres y los angustiados. Me busco entre ellos, deseosa de conocer el alcance de mi grito. Todavía hay gente romántica en el mundo que busca amor, amigos y simpatía, o compañía de viaje. Hay viejos, hombres entusiastas, que desean ir con alguien a Marrueco; o niños de dos años atacados de cáncer; mujeres altas que desean sólo hombres altos; gente que busca su pareja: en fin, entre ellos y yo existe un extraño lazo: la ansiedad.



3 comments:

Diana said...

Los niños son preciosos. Ahora, todo lo que cuentas, una pesadilla. ¿Una psiquiatra en la seguridad del estado? Cuánta perversión.

Isis said...

Aunque no soy madre, mi querida Belkis, lo he sentido, gracias a tu escritura, cómo si fuera yo misma.
Has tocado aquí, en este breve texto, una esencia humana que está más allá...
Besos,
Isis

Zoé Valdés said...

Valiente, certera, porque verdadera. Gracias.