Sunday, April 11, 2010

Inaguración del tríptico de Gloria MilandelaRoca, Setra, Apogeo, NaGari y Tertulia

Belkis Cuza Malé

El viernes 9 de abril, Gloria MilandelaRoca, artista y poeta venezolana, residente en Miami, cortaba la cinta inaugural de su hermoso tríptico --en compañía de otros artistas y su familia--, al día siguiente en La Habana se celebraría un ridículo y penoso acto en la llamada Tribuna Antimperalista.
Perdónenme que aproveche este espacio para hablar de ese ridículo, pero no puedo dejar de hacerlo. Es casi para llorar, sólo que como dice la gran Celia Cruz en esta canción que he escogido especialmente como música de fondo, "la vida es un carnaval". Sólo voy a señalar por qué tildo de ridícula a Nancy Morejón, poeta que parece haber perdido el rumbo.
Cuando en 1964, siendo ambas casi unas adolescentes, me pidió que escribiera el prólogo de su libro Amor, ciudad atribuida, publicado por las Ediciones El Puente, aún no nos conocíamos en persona. Yo vivía en Santiago de Cuba y ella en La Habana, pero nos unía una amistad epistolar y la poesía. La Nancy Morejón que conocí luego no me decepcionó, era fina, callada, y decía tener entonces una extraña relación *sentimental* de pareja dispareja, con Miguel Barnet. Nuestra amistad continuó siempre a lo largo de todos los años en que trabajaríamos juntas en La Gaceta de Cuba de la UNEAC. De ella, tan discreta, no puedo decir otra cosa.
A Miguel Barnet prefiero recordarlo como al amigo de los tiempos dificiles, el mismo que me invitaba al Copellia a tomar helado de limón o de fresa, y me acompañaba a menudo a caminar por El Vedado, mientras iba "matando" mujeres, para que yo, decía, pudiera vestirme como ellas. El Miguel ingenioso, y a ratos serio, que no dejaba entonces de compartir conmigo sus pensamientos, que años después recogería para mí en la casa de Pushkin en Rusia, aquella bellota que guardé con la ilusión de una reliquia. El Miguel Barnet que fue testigo de nuestra boda, que ofreció su casa para celebrar el matrimonio. El mismo Miguel que en alguna ocasión, cuando no teníamos dónde, nos ofrecía a Heberto y a mí su cama para que pudiéramos amarnos. El Miguel de la jicotea en la bañadera, del majá quita malas vibras. Sí. Ese es el Miguel Barnet que prefiero guardar en mi memoria. A éste de la tribuna antimperialista no lo conozco. Tampoco a esta Nancy, con ese alarde de dirigente sindical con vuelos de mala poesía.
No voy a aceptar que la vida y el tirano los hayan transformado hoy en estas babosas. Ni que hablen con ese lenguaje trasnochado. Ahora, en lugar de ser poetas, son grandes farsantes, se han subido a la tarima y se ponen esas máscaras de "dirigentes revolucionarios". Si al final de sus vidas Nancy y Miguel no terminaron casándose (aquéllo era un juego, claro), se han casado de otro modo, con la retórica del pasado, con la mentira. Ellos, tan liberarles, tan homo, tan lesbi, tan tan... ahora son los jefes de la Unión de Escritores. Los herederos de Nicolás Guillén y de unos cuantos más. Con la diferencia de que nunca le oi un discurso a Nicolás, ni un teque, ni nada que no fuera su poesía. Y ni eso, porque no lo dejaban leeer sus poemas en la Tribuna del Máximo Líder, quien solía llamar a NG *un negro con un tambor*.
Pero como ¨la vida es un carnaval" y ahora mis amigos se han quedado en la nebulosa del pasado, y se alían con las sombras, y les dan la espalda a los muertos de la patria, les pongo aquí a la Celia para que les cante y recuerden --especialmente Nancy, que siendo niña era vecina de Celia en La Habana-- que detrás de esa comparsa de ellos dos está la muerte y el dolor de todo un pueblo. Por fortuna, otros amigos escritores y artistas parece que prefirieron quedarse en casa, y no los pudieron convencer para la pachanga de la tribuna antimperalista.
Pocas horas antes, pero en la ciudad de Miami, otros artistas --cubanos, venezolanos, colombianos, etc,--, se reunían libremente para acompañar a Gloria MilandelaRoca a inaugurar su tríptico en los portales de la Joyería Ultra. Libres para expresarse, para compartir, no importa lo que cada uno piense de cualquier tema. Libres para disentir o para creer en lo que les apetezca.
La actividad, organizada por la Fundación Apogeo, que dirigen Baltasar Santiago Martín, Miguel Alzate y Eneida Banegas, y por el Grupo Sentra, que publica la revista literaria NaGari, se celebró en el Centro Cultural Cuba Ocho, con artistas libres, a diferencia de aquéllos de la Tribuna Antimperialista.
Gracias a todos por haberme invitado a su tertulia, y por poder charlar sobre estos 28 años de Linden Lane Magazine. Con una segunda patria, pero sin amos.

Fotos cortesía de Bernardo Diegues.
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4 comments:

Zoé Valdés said...

Miguel Barnet y Nancy Morejón, un día se arrepentirán o dirán que no sabían esto o aquello. Pobre gente.

Diana said...

Belkis, tu recuerdo es tan humano como necesario para los cubanos. Al menos para mí es penoso ver cómo escritores de talento como Miguel Barnet y Nancy Morejón se reducen en una tarima pública. Ante la careta que les o se ponen, cómo saberlo, en el grotesco espectáculo que ofrece la dictadura, tú recuerdas de ellos su humanidad privada y compleja, la parte de la historia que la coraza totalitaria esconde.
Diana Alvarez Amell

Isis said...

Querida Belkis,
ayer te dejé un comentario, uy, se perdió.
Nadie como tú para abordar desde el recuerdo que se torna indispensable, la verdad. Y más aún, con tu sensibilidad y escritura.
Un beso,
Isis

Soligregario said...

No, Belkis, en algo estás errada. Sucede que la represión de aquellos años hacía que la gente se escondiera a extramuros, se inventaban amoríos para que socialmente aparecieran como reales y así "tapar" el "pecado" de su identidad sexual, ni siquiera se confiaba en los amigos heterosexuales. Esa relación sentimental entre Miguel y Nancy nunca existió, él tenía a su amante (hombre), y ella a la suya (mujer), no digo nombres porque no me corresponde traicionar a gentes que quise mucho y recuerdo con respeto y cariño.
Me revienta que después de tanta marginación, de tanta cacería de brujas contra los homosexuales en la Isla, hayan sido capaces de autoinmolarse por ideas que tanto daño han hecho a los de su misma orientación. Crees que de véras la seguridad del estado no lo sabía? Por supuesto que sí, pero venderse tiene un precio, y muy bien que han sabido aprovecharse de ese intercambio de secretos y politiquería. No son pobres gentes, son cómplices de la barbarie, aunque se escuche como un lamento, que lo es. En esa misma tribuna quiero que los juzguen algún día.